15/12/09

Varios familiares visitan a Haidar para expresarle el apoyo del Sahara a su lucha



GREGORIO CABRERA - ARRECIFE. El aliento cálido del desierto y de sus gentes penetró ayer en la oscura habitación del aeropuerto de Lanzarote dond e Aminatu Haidar pasa las horas. Cuatro primos por vía paterna de la activista saharaui, que han crecido junto a ella, aterrizaron en la terminal de Guacimeta procedentes de El Aaiún para abrazarla y dibujar una sonrisa en su cada vez más afilado rostro. Pero, más allá de la emoción del encuentro familiar, le traían entre el equipaje el mensaje de que la capital del Sahara Occidental y la inmensa mayoría de la comunidad saharaui siguen estrechamente y apoyan la lucha emprendida tras ser expulsada por las autoridades marroquíes. Vinieron, en definitiva, para decirle que no está sola cuando justo hoy se cumple un mes de su llegada a la Isla y 29 jornadas a base de agua azucarada.

Aminatu oyó de los labios de sus primos que en El Aaiún miles de personas hacen lo imposible durante estos días para estar informados sobre la evolución de su salud y de la búsqueda de soluciones para que pueda regresar a casa. Allí, las autoridades marroquíes obligan a orientar las antenas de televisión en las azoteas de tal manera que no se pueda captar la señal de la televisión saharaui, que emite desde los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia. Pero, al parecer, muchos la viran hacia donde no les está permitido. Los pocos que pueden hacerlo están enganchados a Internet y se convierten en correas de transmisión de lo que sucede con ella. Y, furtivamente, millares de conversaciones la tienen como protagonista.

Los cuatro primos de Haidar que ayer volaron hasta Lanzarote son los hijos de Hmadi Haidar, hermano del padre de la pacifista, un comerciante ya fallecido en cuya tienda se podía comprar desde un transistor a una melfa pasando por el recambio para una bicicleta. Son dos mujeres, Tutu y Makhtara, y dos hombres, Ayach y Erguebi. Para una de las mujeres era su primer viaje fuera del Sahara. "Son como sus hermanos, crecieron juntos", explicaron a este diario miembros de la comunidad saharaui en Lanzarote. Esperaban revuelo, pero se les notó apabullados por la marea de cámaras fotográficas y de televisión que se abalanzó sobre ellos. Al salir, la emoción estaba profundamente grabada en sus caras, con el nada improbable surco de alguna lágrima.

Accedieron al habitáculo donde se aloja Aminatu, en la terminal de guaguas del Aeropuerto, a las seis y cuarto de la tarde y permanecieron con ella por espacio de casi dos horas. Cumpliendo con un ritual que forma parte del ser saharaui, sobre las siete de la tarde les llevaron té recién hecho. Por deseo de la propia Haidar, que quería que se conocieran entre ellos, entraron entonces cuatro miembros de la plataforma de apoyo: el ingeniero Fernando Peraita; el presidente de la Federación Estatal de Instituciones Solidarias con el Sahara, Carmelo Ramírez; su abogada, Inés Miranda, y el actor Guillermo Toledo, que se encargó más tarde de dar los pocos detalles que trascendieron del encuentro, ya que ninguno de los primos quiso hacer declaraciones. "La visita ha sido muy beneficiosa y le ha dado mucha fuerza para seguir", dijo.

ENROCADOS. Y el choque de voluntades, muy distintas en su naturaleza, persiste. "Voy a seguir hasta el final", recalcó Haidar por la mañana en el trayecto de apenas diez metros que recorre en silla de ruedas para ir al aseo. Nada cambia en esta orilla. "El Gobierno de Marruecos no hará ninguna concesión", ante el "chantaje" de Haidar, insistió en la otra ribera el ministro de Asuntos Exteriores alauita, Taib Fassi Fihri. Tampoco en la otra.


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