No sólo existe irresponsabilidad del Gobierno español en su papel para resolver la soberanía del pueblo saharaui, los fuertes intereses económicos de EEUU y la UE sobre el Sahara Occidental han forzado una política de no intervención por parte de la onU. Ana Rincón analiza este tema en el siguiente artículo.
Existe en la tradición oral del pueblo saharaui una maldición que dice: “¡Qué Dios te envíe a la Hamada!” La Hamada es una meseta desértica y pedregosa azotada por las condiciones climáticas más extremas tanto en invierno como en verano, condiciones que son bien conocidas por los más de 175.000 refugiados saharauis que viven desde hace ya 34 años en esta zona de Argelia. Su reivindicación es simple: quieren que les sea devuelta su soberanía como pueblo y volver a la tierra que les pertenece, el Sahara Occidental, y que está ilegítimamente ocupada por Marruecos.
La Asamblea General de la onU y gran parte de la diplomacia internacional apuestan por la celebración de un referéndum de autodeterminación para que el pueblo saharaui decida si quiere pertenecer al Reino de Marruecos o si prefiere que éste abandone la ocupación de su territorio. Sin embargo, Marruecos desoye sistemáticamente todas las resoluciones de la onU y mantiene a la población de los territorios ocupados en un verdadero apartheid, ante la impasibilidad e incluso la connivencia internacional. ¿Por qué no se presiona a Marruecos para que cumpla la legalidad internacional? ¿Cuál es la causa de que en este conflicto no intervengan las fuerzas “pacificadoras” de la onU?
La ocupación marroquí del Sahara Occidental
Lo que hoy se conoce como Sahara Occidental (SO) se corresponde con el territorio de la antigua provincia del Sahara Español. A finales de 1960, la onU, de acuerdo con la resolución 1514 de su Asamblea General, ratificó la declaración para la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, y recomendó al Gobierno español la celebración de un referéndum de autodeterminación en el SO. Durante mucho tiempo, el Gobierno español fue eludiendo las recomendaciones de la onU con una serie de maniobras dilatorias, como el intento de establecer en el SO una autonomía. El movimiento nacionalista del pueblo saharaui fue robusteciéndose en la clandestinidad hasta que, en mayo de 1973, se creó el Frente Polisario (acrónimo de Frente Popular de Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro) de características básicamente anticoloniales. Este movimiento adquirió rápidamente una aceptación general dentro de la población y ante la creciente inestabilidad del territorio, en agosto de 1974, el Gobierno español anuncia su intención de celebrar un referéndum de autodeterminación en el Sahara. Pero Marruecos, que ya en 1957 había reclamado estos territorios, y Mauritania, reaccionan política y diplomáticamente para paralizar la consulta.
A comienzos de 1975, el Gobierno español, tras una misión de la onU que comprueba que la población saharaui estaba a favor de la independencia, manifiesta su deseo de retirarse del SO cuanto antes, llegando incluso a insinuar un traspaso de poderes a los saharauis sin referéndum previo, como había hecho Portugal en Mozambique. Sin embargo, existía en el Estado Mayor español una facción que se decantaba por la entrega del territorio a Marruecos a cambio de determinadas ventajas.
El 17 de octubre de 1975, tras una serie de negociaciones secretas con Marruecos, el Gobierno español decide la cesión del Sahara al reino alauí. El 21 de octubre se pone en movimiento una marcha de 350.000 civiles marroquíes, la Marcha Verde, con el pretexto de una ocupación pacífica del territorio. El 30 de octubre, antes de que la Marcha Verde hubiera alcanzado la frontera saharaui, las Fuerzas Armadas Reales marroquíes invaden el territorio, sin respuesta militar o diplomática por parte del Estado español ni el resto de estados. La entrega del SO a Marruecos se formaliza en los Acuerdos Tripartitos de Madrid con Marruecos y Mauritania, en noviembre de 1975. El protocolo bilateral entre el Gobierno español y Marruecos preveía sustanciosos acuerdos de pesca, la fijación y la indemnización de bienes, el reconocimiento de inmuebles del Estado español en el Sahara y la explotación de un yacimiento de fosfatos. Oficialmente, la presencia española en el SO finaliza el 26 de febrero de 1976.
Desde entonces el estado legal del territorio saharaui y la cuestión de su soberanía permanecen aún por resolver. El SO se encuentra aún bajo la ocupación y el control del Reino de Marruecos y constituye el único proceso de descolonización que queda pendiente en África en pleno siglo XXI.
El exilio y la guerra
A partir del abandono de los españoles, se desencadenó una guerra abierta entre el Frente Polisario y Marruecos-Mauritania. A medida que el ejército Marroquí iba invadiendo las ciudades, la población huía y se refugiaba en campamentos en el desierto. Estos campamentos fueron bombardeados y rociados con napalm por la aviación marroquí y los saharauis huyeron entonces a territorio argelino, donde fueron acogidos en otros campamentos improvisados cerca de Tindouf y en los que permanecen desde entonces.
El 27 de febrero de 1976 el Frente Polisario proclama, en la parte del Sahara aún libre de invasores, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y el 4 de marzo se forma el primer gobierno. Se promulga también una Constitución provisional, de marcado carácter social y progresista. En 1982, la RASD ingresó en la Organización de la Unidad Africana (OUA), lo que provocó la salida de Marruecos, y tuvo, a partir de 1979, una progresiva aceptación en la onU. Ha sido reconocida por 46 países, la mayoría africanos y latinoamericanos, pero no por la Liga Árabe, por ningún país europeo y por ningún miembro permanente del Consejo de Seguridad de la onU.
En la larga y desigual guerra que se libró desde entonces, los saharauis recibieron apoyo de Argelia y al principio de Libia, y la otra parte recibió distintos tipos de ayuda, sobre todo norteamericana y francesa, aunque hay evidencias de la venta de armamento español a Marruecos y Mauritania.
En 1979, Mauritania abandona una guerra que no puede sostener y firma la paz con el Frente Polisario, cediéndole una parte del territorio que Marruecos se anexiona inmediatamente. La construcción entre 1980 y 1985 de un muro de protección del Sahara ocupado de más de 2000 km hace que la lucha armada del Polisario vaya perdiendo efectividad y que se imponga una solución política.
En 1985, el Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar, inicia una misión conjunta para buscar una solución a la cuestión del SO. Las partes interesadas llegaron finalmente a un acuerdo que se concretaba en el “Plan de Paz de Naciones Unidas” de abril de 1991 y por el que se establecía el cese de las hostilidades y la celebración de un referéndum de autodeterminación para escoger entre la independencia o la integración en Marruecos. Este plan de paz sería supervisado por una fuerza creada a tal efecto, la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO). El 6 de septiembre de 1991 se firmaba el alto el fuego.
Las negociaciones pacíficas de resolución del conflicto
El referéndum era y sigue siendo la base del Plan de Paz, pero el problema básico hasta ahora ha sido determinar quién debe participar en él. La falta de consenso entre ambas partes en la elaboración del censo ha conducido a varios bloqueos del proceso y a distintos planes de la onU para retomarlo. En este desarrollo, la política de Marruecos ha sido la de firmar acuerdos y aceptar las resoluciones de la onU sobre el papel pero entorpeciendo constantemente el proceso, no permitiendo la libertad de movimiento de la MINURSO y de ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) y aprovechando el alto el fuego para aumentar el número de colonos marroquíes en el territorio. Por su parte, el Frente Polisario se ha mantenido siempre en el respeto a los acuerdos por los que se firmó el alto el fuego y que determinaban que el censo estaría basado en el realizado en 1974 por la Administración española. Aún así ha llegado a aceptar la inclusión de 65.000 colonos marroquíes e incluso la posibilidad de que existiera un período de autonomía del territorio seguido de un referéndum de autodeterminación en el que se contemplara la opción de la continuidad como autonomía, además de la integración en Marruecos y la independencia. Como respuesta Marruecos ha tomado por fin una postura abiertamente en contra de incluir la opción de la independencia en cualquier negociación. La creciente campaña de resistencia pacífica en los territorios ocupados contra las autoridades marroquíes, ha llevado al Reino alauí a proponer recientemente una “tercera vía”, a la que el Frente Polisario se opone rotundamente: la concesión de un estado de autonomía.
La última ronda de negociaciones auspiciada por la onU se llevó a cabo en marzo de 2008, en Manhasset, Nueva York. Como era de esperar, ninguna de las partes se ha movido de su posición. Sin embargo, el carácter imparcial de esta negociación ha estado desequilibrado desde el principio, dejándose entrever en todo momento que la onU planeaba utilizar la propuesta de autonomía como base de las negociaciones, eliminando del referéndum la opción de la independencia, lo cual ponía en entredicho, por primera vez en este conflicto, la calidad de mediador independiente y neutral de la onU.
El pasado mes de abril el Consejo de Seguridad de la onU aprobó la resolución 1871 sobre el Sahara Occidental por la que se prorroga por un año la MINURSO. Esta resolución ha estado precedida de cierta expectación sobre la postura que tomaría la nueva administración Obama. El cambio, aunque pequeño, se ha hecho notar: la delegación norteamericana no ha apoyado la propuesta marroquí de “autonomía”, a diferencia de lo que hizo la anterior administración Bush. Otra cuestión importante es que en la nueva resolución se incluye por primera vez una referencia a la necesidad de respetar los derechos humanos dentro del territorio, siendo Francia el único de los 15 estados miembros del Consejo en desacuerdo con dicha inclusión.
La explotación de los recursos naturales
El SO está considerado el país más rico del Magreb y uno de los más ricos de África. Por una parte, la plataforma continental sahariana es una de las zonas pesqueras más ricas del planeta (el banco de pesca más importante del Norte de África y de Europa). Y por otra, en la zona de Saguia el Hamra se encuentran los yacimientos de fosfatos a cielo descubierto más ricos del mundo: las minas de Bu Craa. Esto convierte al SO en el cuarto productor mundial de fosfatos, tras EEUU, Marruecos y la Rusia.
La explotación de los recursos naturales del SO se contempla desde tres ámbitos con sus respectivos desarrollos jurídicos, según los cuales el pueblo saharaui tiene derecho permanente sobre estos recursos naturales y es el Frente Polisario el único interlocutor válido en cualquier negociación relativa a la explotación o exploración de los mismos.
Sin embargo, es Marruecos quien explota estos recursos, incurriendo en un acto de expoliación en contra del derecho y la legalidad internacional. Son por todos conocidos los acuerdos de pesca que Marruecos establece con la UE y en concreto con el Estado español. Desde 1975 hasta el año 2006 se han extraído de las minas de Bu Craa más de 40 millones de toneladas de fosfatos. En la actualidad, Marruecos posee el monopolio del mercado mundial de fosfatos, ya que otros países productores lo consumen internamente. Existen múltiples empresas que adquieren ilegalmente fosfatos a la OCP, empresa estatal marroquí, procedentes de países tan diversos como el Estado español, EE.UU, Nueva Zelanda, Australia, Brasil, Venezuela, Colombia o China, que pretende financiar nuevas prospecciones minerales. Además, desde que la OCP tomó el control de la explotación de Bu Craa en 2002, se han sucedido importantes pérdidas de oportunidades laborales para los más de 600 saharauis que trabajaban en la explotación hasta llegar a la marginación sistemática de su industria de fosfatos.
Actualmente se están realizando prospecciones petrolíferas en la costa africana desde el Golfo de Guinea hasta Marruecos. En 2001 se hallaron importantes yacimientos en la costa mauritana y eso incrementa las posibilidades de encontrarlos también en la región del SO. Ese mismo año, la Oficina Nacional de Investigaciones y Explotaciones Petrolíferas de Marruecos (ONAREP) concedió dos licencias para llevar a cabo trabajos de reconocimiento que abarcaron prácticamente la totalidad de las aguas del SO que fueron repartidas entre la compañía estadounidense Kerr-McGee y la francesa Total-Fina-Elf. Ambas abandonaron su trabajo en la zona alegando motivos comerciales, pero coincidiendo con una campaña internacional de presión orquestada por una coalición de organizaciones no gubernamentales (ONGs) de 20 países. Sin embargo, estas compañías consiguieron realizar mapas detallados de potenciales depósitos petroleros que han sido vendidos a la compañía estadounidense Cosmos Energy, que firmó el 3 de mayo de 2006 un acuerdo con el gobierno de Marruecos, adquiriendo derechos de operación en los bloques más prometedores de la costa saharaui (Bujdur). Esta empresa ha manifestado su intención de instalar el primer pozo de exploración en el SO en el año 2009. De la misma manera, en diciembre de 2006 se concedieron también licencias exclusivas de reconocimiento de la cuenca del Zag (o cuenca de Tindouf).
La cuestión de la explotación de los recursos naturales del SO no ha sido recogida de forma directa en la resolución 1871 de la onU, pero puede incluirse de forma indirecta a través de la “dimensión humana” del conflicto, lo cual deja una ventana abierta a la lucha contra este expolio internacional.
Los intereses internacionales en la resolución del conflicto
Entre tanto, la resolución del conflicto parece dejada a la merced de los intereses económicos y geoestratégicos de las distintas potencias interesadas. Fuentes estadounidenses dan por seguro que, si se encuentra petróleo en las aguas del SO, se desatará una carrera entre las petroleras y ciertos gobiernos para acceder a los recursos. La presencia de la Ker-McGee no es casual. Según un informe del Departamento de Energía de EEUU elaborado en 2001, para satisfacer las demandas energéticas norteamericanas son imprescindibles 4 zonas del mundo: Oriente Medio, el mar Caspio, África subsahariana, Colombia, Venezuela y México. Si hacemos un repaso a la política internacional norteamericana observaremos cómo la Administración republicana ha seguido al pie de la letra estos informes. Hasta ahora EE.UU. había sido un aliado de Marruecos en la zona. Basta decir que en 2004 firmó con Marruecos un Tratado de Libre Comercio que sólo es otorgado a firmes aliados de Washington como Jordania e Israel. El Gobierno estadounidense había garantizado siempre que no impondría una solución al conflicto. Sin embargo, en abril de 2002 comenzó a plantear la integración del SO en Marruecos. Meses después la compañía Kerr-McGee firmaba con Rabat los acuerdos de explotación de los posibles yacimientos petrolíferos del SO. Sin embargo, nuevos intereses norteamericanos en la zona han puesto en juego también a Argelia, dadas las enormes inversiones en el sector de los hidrocarburos (petróleo y gas) que se están llevando a cabo y la gran importancia que este país ha cobrado en la lucha antiterrorista después del 11 de septiembre. Y, por lo que respecta a Argelia, se impone la resolución del conflicto a favor del referéndum de autodeterminación.
También la UE tiene unos intereses en la zona que no difieren mucho de los de EEUU. El pasado mes de octubre de 2008, se aprobó un “estatuto avanzado” para Marruecos cuyas medidas se refieren en particular a la cooperación política y en materia de seguridad, a la preparación de un acuerdo de libre comercio global, a la integración progresiva de Marruecos en diversas políticas sectoriales de la UE y a un mayor nivel de intercambios entre los pueblos. Marruecos se ha convertido en un país muy atractivo para Europa tras haber sufrido un programa de ajuste estructural dirigido por el FMI hasta 1993 y tras haber lanzado, ese mismo año, una ley de privatización de empresas públicas cuyo resultado ha sido la privatización de 73 compañías, de una lista de 114 privatizables. El 60% de las inversiones extranjeras para la compra de empresas públicas marroquíes proviene de Francia y un 13,5%, de España. Además la UE intenta alcanzar un acuerdo con el país magrebí sobre la liberalización del mercado agrícola este año y la del sector servicios en 2009, y mientras se siguen estrechando las relaciones en materia energética, se prevé que después de 2013 se ponga en marcha entre ambos actores el tratado de libre cambio profundizado, un acuerdo que permitirá la libre circulación de mercancías, servicios y capitales, pero no de personas.
La posición española
La postura del Estado español ha sido vergonzosa desde los inicios del conflicto y, lejos de hacer frente a sus responsabilidades en esta cuestión, ha preferido dejar en manos de la onU las propuestas de resolución del mismo, cuando no ha alentado la ocupación ilegal del territorio mediante la venta de armas y la firma de tratados y convenios preferenciales con Marruecos en materia tanto económica como política.
El actual gobierno de Zapatero ha declarado reiteradamente su intención de intervenir directamente para buscar una solución al conflicto del SO. Sin embargo, el conjunto de gestos y declaraciones de los responsables diplomáticos españoles adolece de falta de una posición clara y firme a favor del ejercicio de la autodeterminación del pueblo saharaui. En la votación de la anterior resolución de la onU a favor del referéndum de autodeterminación aprobada por la mayoría de los estados europeos, el Gobierno español se abstuvo. En la reunión del Consejo de Seguridad del pasado mes de abril, el representante del Estado español participó con voz pero sin voto y ni siquiera se pronunció sobre la inclusión en la MINURSO de competencias en materias de derechos humanos.
El pueblo saharaui
El pueblo saharaui se encuentra dividido entre los territorios ocupados, los territorios liberados y los campamentos de refugiados de Tindouf. Los territorios liberados son una zona que está bajo control del Ejército Popular de Liberación Saharaui y en el que sólo una pequeña cantidad de familias nómadas viven, dada su naturaleza de zona de choque y potencial combate. La mayor parte del territorio saharaui permanece ocupada por Marruecos. Los territorios ocupados se encuentran protegidos por el ya mencionado muro, a través del cual se controla el paso a los territorios del SO y del que poco eco se han hecho los medios de comunicación occidentales. El paso está cerrado al turismo y a la prensa. Dentro de estos territorios, Marruecos continúa vulnerando los derechos humanos desde los inicios de la ocupación. Estas violaciones se traducen en una represión violenta sobre la totalidad de la población civil saharaui. A pesar de la presencia de la MINURSO, persisten las ejecuciones sumarias, las detenciones arbitrarias, las torturas sistemáticas, los allanamientos de domicilios y las condenas que violan las garantías judiciales, sobre todo a sindicalistas y miembros de organizaciones independentistas.
Mientras tanto, más de la mitad de la población saharaui continúa viviendo en los campamentos de Tindouf. Habitan en jaimas y pequeñas casa de adobe, y dependen exclusivamente de la ayuda internacional. Pero los ánimos del pueblo saharaui no son, ni mucho menos, los de darse por vencidos, aún con el riesgo y a veces el azote de la bajada de moral y desesperación que caracteriza a los asedios largos. Cada vez está más presente entre los jóvenes, debido a la ausencia de avances por los cauces pacíficos, la idea de una vuelta a las armas.
Parece claro que la irresolución del conflicto no es el resultado de la falta de voluntad del Polisario, que ha ido cediendo en sus exigencias, llegando incluso a garantizar los intereses estratégicos y económicos de Marruecos si se les permitiera la independencia total. Más bien representa el fracaso del Consejo de Seguridad de la onU, como consecuencia del veto francés y hasta ahora norteamericano, para colocar el asunto del SO bajo el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. Eso daría a la onU el poder necesario para imponer sanciones u otras medidas para forzar al régimen marroquí a acatar sus mandatos. Es el SO un ejemplo práctico de la política de doble rasero de la “comunidad internacional” que le lleva a desplegar sus fuerzas de paz y protección allí donde sus intereses están en juego y dejar a otros pueblos abandonados a su suerte.