bilbao. No es de extrañar que hiciera, y que siga haciendo, tándem con la activista saharaui Aminatu Haidar: es rotunda, de ideas claras, dulce a la vez que tenaz y contundente, y amante de su tierra. "En casa siempre digo que, si muriera en alguna parte del mundo, me traigan de nuevo a Gran Canaria", asegura con su acento isleño, mucho más cálido que cuando denuncia sin tapujos las violaciones de Derechos Humanos que viene sufriendo el pueblo saharaui.
Acosos y torturas en El Aaiún, tras el regreso de Aminatu a su casa. ¿La repercusión mediática sirve de escudo protector a los saharauis?
Creo que sí, porque además la situación antes de la huelga de Aminatu y la de ahora son muy similares: la represión, el abuso, la desaparición de personas, las violaciones, el que los militares entren en la casa de los saharauis y destruyan... Los medios, afortunadamente, os estáis haciendo eco de esto, que estéis es una forma de defenderlos, como en otros conflictos. Porque llevamos 34 años en esta situación.
Habla de violaciones. Como en otros conflictos, ¿la mujer es la que sale peor parada?
La violación es un instrumento empleado en la guerra y, en el caso saharaui, tanto hombres como mujeres han sido víctimas de violaciones en este periodo. Las mujeres desaparecidas son un instrumento a mano de carceleros, y a veces les cuesta sincerarse porque no son consideradas víctimas. Hayh Erguidi denunció hace meses ante el mundo cómo la violaron y sodomizaron en un furgón, pero algunas no denuncian por vergüenza, y otras por el temor a represalias con sus familias. Las jóvenes desaparecen durante días en el desierto, a manos de la policía marroquí. Este territorio no ha vivido un minuto de paz en décadas. A los chicos jóvenes también se les amenaza mucho con la violación. A veces se les obliga a hacer declaraciones bajo tortura, y aun así son sodomizados. El terror es el único instrumento que Marruecos entiende con la población civil saharaui.
¿El Sahara es un paradigma de los pueblos oprimidos por razones económicas (como RDC, Sudán, Irak...)?
Si no hubiera un interés económico y de poder detrás de todo ello, a lo mejor el conflicto del Sahara Occidental no existiría. No es pobre, tiene bastante salida al mar y no debemos olvidar el elemento expansionista que en el régimen marroquí, tan feudal, aún impera. Marruecos no sólo invoca para sí el Sahara Occidental, sino también gran parte del Norte, con Mauritania, las regiones españolas... Tampoco olvidemos que España ha estado expoliando sus recursos naturales, sin ningún respeto, como no lo tiene Europa.
Lleva años implicadándose en la aplicación de los Derechos Humanos, y de hecho le dieron el Premio Internacional de la IBA en Chicago, ¿no?
Sí, la International Bar Association, con sede en Londres, cada año celebra su congreso en una ciudad del mundo. El Instituto de Derechos Humanos de la IBA entrega cada dos años el premio a un abogado o abogada por su trabajo en defensa de los DD.HH. A mí me lo concedieron en 2006, siendo la primera abogada española, y europea, que recibía esta distinción, que más que un premio a Inés Miranda es un reconocimiento al trabajo que vengo desarrollando en el Sahara, y una denuncia a lo que sucede allí. Así lo dije cuando recogí el premio (también estaba presente Aminatu Haidar).
¿Cómo contempla la postura de España en el proceso de Haidar?
Entiendo que España no está actuando conforme a la legalidad internacional, cuando se niega a condenar la ocupación por parte de Marruecos de los territorios autónomos, a pesar de que en varias ocasiones Naciones Unidas la ha definido como potencia ocupante, por la fuerza. Porque se niega a condenar la vulneración de los DD.HH. de la población saharaui, aun teniéndolo en documentos gráficos. Se niega a que el problema concluya con el referéndum de autodeterminación, y que el pueblo saharaui diga cómo quiere que sea su futuro. Y se olvida de que aún figura como potencia administradora de este territorio, y por lo tanto tiene la obligación de defender a esa población, y no dejarla en manos de asesinos, como está haciendo, además mirando hacia otro lado, de espaldas a la legalidad internacional. Somos lo que hacemos, no lo que decimos. Aminatu Haidar no ha hecho nada que no haya dicho y no ha dicho nada que no haya hecho. España dice una cosa y luego hace otra. Es duro, porque es mi país el que lo hace...
Hombre, a mí no me parece un lugar que se distinga por su conciencia...
A mí me parece que España ha caído, y lo digo con gran decepción, en la misma dinámica en la que se encuentran los países que lideran el sistema económico que impera en Occidente. Está bien crear y aprobar leyes que son respetuosas con los DD.HH., pero a la hora de responder en primera persona, hay otro lenguaje. No hace ni 60 años la gente era señalada y perseguida por pensar de otra manera, y por desgracia igual esto aún no ha desaparecido.
En Lanzarote, miembros de la Plataforma comentaron que podíamos estar "pinchados". Ya que su aguijoneo tiene que ser incómodo para el status quo, ¿alguna vez ha sentido que corría riesgo su vida?
Hombre, que mi trabajo no es sencillo está claro -aunque ahora no quiero hablar sobre eso-. Que nuestras conversaciones son oídas, pues también hay pruebas de ello. Lo importante no es tanto el riesgo que yo pueda correr como el que están corriendo y viviendo los saharauis de forma permanente. Todos los que dan la cara corren un riesgo. Lo que me preocupa es si puedo denunciar y actuar lo que pasa en el Sahara. Estoy convencida de que tiene que ser así, no es un discurso.
¿Cuándo empezó a movilizarse en pro del Sahara? Muy pronto, ¿no?
Pues sí, al vivir en Gran Canaria es muy fácil haber tenido relaciones en la infancia con amigos que nacieron o vivían en el Sahara. Era sencillo ver en el 75 cómo amigos fueron expulsados de allí. Y siempre he tenido una permanente vinculación a la causa saharaui.
Y conoció a Aminatu hace bastante tiempo, ¿verdad?
Sí, en 2004.
Y en noviembre se movilizó al conocer que no podía entrar a El Aaiún.
Sí, además, con el antecedente del grupo de los Siete, en la cárcel de Salé, el 13 de noviembre yo pensaba, como ella, que no le iban a quitar la documentación, pero que la detendrían pronto, que correría la suerte de los otros. Pero cuando el día 14, yo estaba pendiente de en qué cárcel podría aparecer, y me dicen que en Lanzarote, no daba crédito. En esta campaña de desarticular a la resistencia Marruecos podía contar con España, pero pensé que jamás iba a cooperar con ellos, que sería rigurosa con el cumplimiento de la ley. Desgraciadamente hemos visto que no.
Me preguntaba cuántos abogados hay tan implicados en la defensa de los Derechos Humanos.
Muchos, más que los que parecen.
Un amigo dice que no somos pocos los idealistas, sino que nos cuesta encontrarnos...
No, además yo creo que no somos idealistas.
Bueno, idealistas realistas...
La lección o ejemplo que Aminatu ha hecho visible al mundo, y junto con ella de alguna forma todos los que trabajan a su lado (hablo con ellos más que con mi marido casi, ¿eh?), creo que se ha hecho visible, ha puesto de manifiesto que cree en realidades, que hay otro mundo que existe ya, que hay otras personas que creemos en la justicia, que trabajamos por ella, que creemos en lo que hacemos, y decimos lo que creemos, que no tenemos ninguna parte de incoherencia entre lo que pensamos, decimos o hacemos, y ya llevamos mucho tiempo trabajando por que este mundo sea lo más justo posible. Es el engaño al que nos somete el sistema: no son ideas, son realidades: que los niños tienen que comer todos los días, y si yo lo quiero para mis hijos, lo quiero para el vecino.
En esos 32 días, ¿no sintió miedo por la vida de Aminatu? ¿Trató de influirle en algún momento?
El 14 de noviembre, tras una gran discusión con la Policía porque no la dejaban salir, yo se lo transmito a ella, me coge la mano, yo la miro a los ojos y me dice: "Inés, si mañana a medianoche no se ha solucionado, inicio una huelga de hambre. Yo quiero volver a mi casa, pero en paz". No me tuvo que explicar nada más. Sí le dije: "Por favor, piénsalo, esto va a ser muy duro". Yo me alegro porque la población civil del mundo tiene conciencia, y yo estaba convencida de que Aminatu iba a regresar, y jamás me atreví a pedirle que pensara en el instrumento de lucha por el que había optado. ¿Que no quería que se muriera? Por supuesto, pero estoy convencida de que ha hecho lo que ha creído que tenía que hacer, y yo también, que era apoyarla y defenderla, dentro de la legalidad. Y ella ha vuelto a casa. Quedan muchísimos saharauis por volver a casa, que están en cárceles o en otros países.
¿Cómo está físicamente ahora?
Sigue débil. Ya es la segunda huelga de hambre de 32 días que pasa -Marruecos ha tensado la cuerda hasta el último momento-. Los años de continuas vejaciones, torturas, etc. en la cárcel le han dejado huella en su cuerpo y le está costando recuperarse. Psicológicamente está perfecta, no ha perdido ni un ápice de su fuerza y de su voluntad, y va a seguir en la misma línea que hasta ahora.
¿Admira a Aminatu?
Aminatu es una mujer coherente, una mujer digna, convencida, que hace lo que dice y dice lo que hace. Tiene mucha voluntad. Admiro mucho su coraje y su valor, pero tengo que decir que hay muchas personas en el Sahara ocupado que tienen el coraje de Aminatu. Respeto enormemente su lucha, su valor, su trabajo, su inteligencia, porque es una persona digna, coherente y libre... aunque viva en una gran cárcel.