24/11/09

Marruecos redobla la presión sobre los activistas

Fuente:xornal

En el avión de Casablanca con destino a El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental, vuela una delegación de empresarios españoles buscando oportunidades de negocio. Marruecos les preparó una generosa bienvenida, y no es para menos. Con cada piedra levantada con sello extranjero en la región, el Estado marroquí da un paso en su carrera por legitimar la anexión de la antigua colonia española, que ocupa desde 1975, y eludir el eternamente pospuesto referendo de autodeterminación que debe organizar la ONU.

“Se es patriota o se es traidor, no hay término medio”, dijo solemnemente el rey de Marruecos, Mohamed VI, semanas atrás en la conmemoración del trigésimo cuarto aniversario de la Marcha Verde. La expulsión a España de Aminatu Haidar, que sigue en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, y el juicio militar por “traición a la patria” que espera a otros siete destacados militantes saharauis por haber viajado a los campamentos de refugiados del Frente Polisario en Tinduf (Argelia) confirman la vuelta de tuerca prometida por el monarca.

Reivindicar un Sáhara independiente provoca cada vez más “detenciones arbitrarias y torturas”, denuncia Hasán Duihi, presidente del Comité de Presos Políticos Saharauis (CPPS). Basta con ver el despliegue de las fuerzas del orden, policías y militares, por las calles polvorientas de El Aaiún, y más en barrios con activismo, donde grupos de jóvenes y no tan jóvenes siguen creyendo en la resistencia. “Somos los únicos activistas en el mundo que resistimos desde el interior y de forma pacífica, pese a la violencia que sufrimos. Resistimos gracias a la esperanza”, dice Djimi el Galia, de la Asociación Saharaui contra la Violación de los Derechos Humanos (Asvdh).

De camino a casa de Djimi, un grupo de mujeres cubiertas con velo y chilaba marroquí se cruzan con otras que ocultan su rostro con la melfa saharaui. Ni unas ni otras parecen contentas. Las primeras, por la penuria económica y porque las metieron con calzador en El Aaiún para aumentar el censo de ciudadanos marroquís. Las saharauis dicen sentirse “invadidas por un régimen extranjero”. Responde el gobernador marroquí de El Aaiún, Mohamed Jelmús: “Falso. El Sáhara marroquí está creciendo muy rápido. Hay empleo en la pesca, en los fosfatos y en la construcción, concedemos a los jóvenes becas para que accedan a la universidad y prevemos recibir a 20.000 turistas en 2010. Los que protestan son cuatro críos instrumentalizados por el Polisario”.

ACOSO DÍA Y NOCHE

Las activistas reconocen que las manifestaciones no son tan numerosas como en la intifada del 2005. No es que vean la lucha estéril. Pero la represión “es tan fuerte ahora –dice Duihi– que cuesta salir a la calle para protestar”. Él sufrió en su propia piel la tortura cuando fue detenido en agosto del 2007. Desde entonces, su familia y su hogar son acosados día y noche. Los activistas se repliegan en sus casas para evitar las amenazas.

“Cuando voy caminando por la calle la policía me para a menudo para pedirme la documentación e incordiarme”, explica el joven Abdel. No es activista, pero si Sultana Jaya hace una ‘V’ con los dedos en señal de victoria, Abdel le responderá con el mismo gesto. Sultana, de 28 años, es un exponente de las nuevas generaciones de activistas que toman el relevo. “Ahora la orden es de no dejarnos salir de la región y nos quitan los pasaportes”, dice Sultana, a quien impidieron coger un avión para asistir a una revisión en el hospital de Barcelona donde le colocaron un ojo de cristal. El suyo lo perdió de un solo golpe asestado por la policía marroquí en unas manifestaciones sindicalistas en 2007.

El sol del Sáhara abrasa al visitante, pero no a un saharaui de sangre como Hamad Hamad, destacado activista. Dos furgonetas de la policía y agentes de paisano a pie, en coche y moto controlan sus salidas y entradas y mientras tanto… ¿qué hacen los cascos azules? “Consentir” a los marroquís cualquier actuación “como si la misión de paz de la ONU nunca hubiese existido”, comenta Hamad. La Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el Referendo del Sáhara Occidental) vigila el mantenimiento del alto el fuego firmado en 1991 por Marruecos y el Polisario y sigue a la espera de poder organizar el referendo que no llega, pero su mandato no le da potestad para intervenir ante la represión marroquí. “Nos han traicionado todos, hasta la ONU”, dice Hamad. Pero ni él, ni Djimi, ni Hasán, ni Sultana tienen prisa. Saben esperar, seguramente porque lo llevan en la sangre. El gen del nómada. Están convencidos de que algún día serán “libres”.


No hay comentarios: