28/12/09

La nueva esperanza para el Sáhara

Fuente:lavozdegalicia

Aminatu Haidar posee muchas virtudes, pero la de pronosticar no es una de ellas. En 1987 pensó que era poco probable que el Gobierno de Marruecos reprimiera a los activistas por los derechos humanos en el Sáhara ante la visita al país de dos delegaciones de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Africanos. Se equivocó. Dos noches antes de que aterrizasen las misiones internacionales, la policía del fallecido rey Hasán II llevó a cabo una brutal operación contra dirigentes y simpatizantes de la causa saharaui.

Haidar, que entonces tenía 20 años, fue sacada de madrugada de la casa de sus padres y encerrada en una prisión secreta, donde estuvo tres años y siete meses sin que nadie de su familia supiera, ni tan siquiera, si estaba viva o muerta. Fue golpeada y humillada. De allí salió más comprometida con la causa saharaui, más religiosa y con ceguera parcial, anemia y una úlcera sangrante.

En el 2005, tampoco imaginó que la denominada intifada saharaui tendría consecuencias para ella, sobre todo porque ya era una reconocida activista en favor de los derechos humanos en la región, tarea por la que había sido galardonada en países como Estados Unidos, España o Francia. Volvió a errar. Fue detenida y encarcelada. Estuvo en huelga de hambre durante más de 30 días, aunque su protesta apenas tuvo repercusión en el exterior.

Vaticinios erróneos
El pasado 13 de noviembre acumuló otros dos vaticinios erróneos. Primero, cuando un grupo de policías la retuvieron e interrogaron durante más de 30 horas en el aeropuerto de El Aaiún pensó que su destino era la cárcel. No fue así. El mayor desacierto, sin embargo, lo cometió dos días después, cuando inició una huelga de hambre en señal de protesta por lo que ella entendía como una doble violación de sus derechos. Haidar barruntó que poca gente se percataría de su ayuno. Nuevo error.

El sufrimiento de Haidar ha tenido una recompensa: el conflicto del Sáhara ha vuelto a la primera línea de la actualidad. Los saharauis veneran ya a Aminatu como su nueva esperanza de reactivar un estancado proceso que permita lograr la autodeterminación del Sáhara.

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