ACTITUD DE VIAJERO
-Lleva años enganchado al Sahara, ¿qué recuerda de la primera vez, qué le hizo volver?
-Esto fue hace más de tres décadas, cuando estaba en Argelia por motivos de trabajo periodístico y me acerqué a un lugar mítico: Sidi Bel Abbes. Volví varias veces y conocí gran parte del desierto, de Níger a Malí, y de Mauritania a Marruecos. Prácticamente el Gran Sáhara. Cuando ves lugares, muchos son parecidos, pero la fascinación es la gente, que es maravillosa. En el Sahara son nómadas con una identidad un poco peculiar, propia. Lo que tienen lo reparten contigo, si hay una gota de agua se parte en dos -mitad para ti, mitad para ellos-, y sobre todo poseen mucha sabiduría que no proviene de los libros, sino de la observación de la vida. A mí nunca me ha pasado nada en el Sahara, todo lo negativo me ha sucedido en el mundo occidental.
-¿Qué supuso volver esta vez acompañado de una mujer, que además nunca había ido? ¿Lo vio con otros ojos, descubrió nuevos detalles?
-El libro es una serie de vivencias y recuerdos de hace años, aderezadas por un reciente viaje con la periodista Ángeles Blanco y el doctor Alfonso Morán. Una persona que no conoce el lugar te pone un subrayado en cosas que para ti son tan normales que ya ni siquiera las ves. Ella aportó los ojos de novato, la capacidad de sorprenderse.
“Viajar es estar con la gente, hacer lo mismo que ellos y comprender el porqué lo hacen, y sobre todo hay que saber un poco su historia. Hay que llevarse en la maleta algo de humildad, no juzgar a nadie, y tener ganas de comunicar”-¿Qué diferencia hay entre la aventura que produce el viaje, de lo que se vive haciendo turismo?
-Yo estoy convencido de que no hay que hacer turismo, hay que viajar. Turismo es cuando una agencia me empaqueta, me mete en un avión, me lleva a un sitio, me fija una agenda con lo que tengo que hacer, y vuelvo con una imagen más o menos superficial de lo que he visto. Viajar es otra cosa, es estar con la gente, hacer lo mismo que ellos y comprender el porqué lo hacen, y sobre todo hay que saber un poco su historia. Hay que llevarse en la maleta algo de humildad, no juzgar a nadie porque si alguien se comporta de una determinada manera es porque la sabiduría de los siglos dice que así hay que vivir porque es la manera más lógica e inteligente de adaptarte al lugar. Y luego intentar siempre comunicar, porque si vas a un sitio y sólo ves paisajes, al final se queda algo estéril. En vez de fotos, yo prefiero tener recuerdos de rostros, de charlas, de personas... No viajaría nunca a un lugar sólo por el paisaje.
-Por lo que dice, hay que dejar atrás lo conocido para enriquecerse de un viaje...
-Eso vale para cualquier viaje, pero en el desierto mucho más porque estás en situaciones extremas. Tienes que dejar atrás muchos clichés, llevarte la mochila vacía para volver con ella llena. Es decir, ir con poco o ningún equipaje ideológico, y muchas ganas de conocer, de escuchar, de intercambiar .
-¿Cómo discurre el tiempo en el desierto?
-Trascurre. Parece que las cosas se hacen interminables, pero siempre tienes algo que hacer: tomas un té, miras cómo están haciendo el pan u ordeñando las cabras... Es interesantísimo observar y participar, echando un cable ante una dificultad. Y cuando vuelves a tu casa, valoras muchísimo más las cosas que aquí damos por supuestas y que allí son ¡tan difíciles! Imagina que traes un nómada aquí... sólo con ver un grifo se quedaría alucinado. Mientras hablo contigo estoy reviviendo momentos y me veo sentado sobre la arena, charlando con tres o cuatro, sin mirar el reloj. Esta es otra cosa importante: que el tiempo no importa. Qué más da si son las cuatro de la tarde o las siete de la mañana. Eso sí que es fantástico, no tiene precio.
APRENDIENDO DE SUS GENTES
-El subtítulo es “Un viaje a la sabiduría de las gentes del desierto”, ¿cuál es la lección más importante que tienen para nosotros?-Efectivamente el libro es un viaje a la gente, a la comunicación, a conocer la sabiduría de siglos de supervivencia, que es una pelea diaria. En ello la lección personal que yo considero más importante es que he sembrado un montón de amigos que me han demostrado mil veces su amistad sin preguntarme lo que pienso, cómo me comporto en mi tierra, lo que hago cuando estoy en mis lugares habituales... He vivido grandes ejemplos de un altruismo impresionante.
-Supongo que en un lugar extremo, la amistad es fundamental...
-Más que fundamental, la amistad es sagrada. Si hay confianza recíproca, hay un momento en el que superas el concepto de amistad y pasas a ser familia. Hay gente a la que llamo hermano y ellos me llaman hermano. Son familia, son los tuyos. Por eso yo siempre digo “mis” nómadas, “mi” desierto, no como posesión sino para decir que me siento parte de eso. Cuando voy al Sahara cambio radicalmente, no me reconoce ni mi madre. Me visto como ellos, me comporto como ellos, soy uno de ellos.
-La naturaleza nos sitúa en nuestro lugar. Quien vive en condiciones naturales extremas, ¿encuentra su lugar en el mundo porque se ve parte del ecosistema natural?
-La naturaleza les pone dificultades, pero lo fantástico es la capacidad del ser humano de adaptarse a situaciones difíciles a lo largo de milenios y de ganar todos los días la batalla. El hecho de que haya seres que viven esa situación -y lo mismo vale para un esquimal-, significa que el hombre tiene gran capacidad de adaptarse, pero hay que peleársela. Hay que currársela y es dura, sin duda.
“En el Sahara la amistad es sagrada. Si hay confianza recíproca, hay un momento en el que superas el concepto de amistad y pasas a ser familia. Hay gente a la que llamo hermano y ellos me llaman hermano. Son familia, son los tuyos”-¿Qué ofrece el nomadismo con respecto al sedentarismo? ¿Es una forma filosofía de vida, más allá de un modo de vida en territorios pobres?
-El nomadismo nació porque se agotan los recursos que tienes en un lugar, y por la necesidad de hacer el trueque. La naturaleza te obliga a practicarlo porque estás buscando siempre un lugar donde subsistir. Es también una filosofía de vida, pero no es escogida, el lugar donde naces te obliga a ello.
-¿Cuál es la situación de la mujer en el Sahara, el matriarcado tuareg o el patriarcado musulmán?
-Depende siempre de las actitudes, de tribus, de lugares, pero la mujer en pleno desierto es un personaje importantísimo. Por ejemplo, en el mundo tuareg, para que te des cuenta de la contradicción, quien cubre el rostro es el hombre, no la mujer. La mujer targui -singular de tuareg- lleva el rostro descubierto. Es ella quien decide si se quiere casar con uno, nadie la obliga; el hombre diseña las rutas cuando se mueve, pero quien administra la casa y quien dice qué recursos necesitan es ella. Yo diría que es una relación bastante a la par, hay un buen equilibrio en el reparto de cometidos. Eso es general, evidentemente las distancias cambian las costumbres, modifican algunas cosas, pero fundamentalmente lo de machismo o feminismo es muy poco practicado, no hay tiempo para esas pamplinas. La supervivencia coloca todo en su lugar. Tú sabes que o trabajas en equipo o no vives, esa es la mejor definición.
-”En el desierto el problema de alguien es un problema de todos, y todos concurren a darle respuesta y posible solución”. ¿Es lo que nos pasa aquí, pero no lo vemos?
-Ahí es fundamental el trabajo de equipo: tenemos un objetivo común y debemos participar todos para lograr el resultado. Si somos marido, mujer, un par de hijos y los abuelos, no va a llegar nadie más, todos tienen que ponerse a la labor para solucionar el problema de ese momento. El trabajo en equipo es una buena manera de vivir y elimina bastantes problemas porque te concentra hacia lo esencial. Aquí tenemos un reparto por grupos. Si yo tengo algo roto, llamo al profesional que viene a arreglármelo.
DESCUBRIÉNDOSE A UNO MISMO
-Entre Italia, España y el Sáhara, ¿de dónde se siente?-A mí lo de la patria me deja un poco indiferente. La patria son vivencias, recuerdos, pero no tienen que ser una losa. La palabra patria siempre ha llevado a conflictos, mira los nacionalismos. El ser humano es mi patria. Si hay una persona con la cual me pueda comunicar, ésa es mi patria en ese momento. No he tenido nunca ese tipo de freno, lo cual me hace bastante libre.
-”Enfrentarse al Sahara, aunque sólo sea un poquito, es afrontar lo extremo”. ¿Qué extremos vive cuando va?
-El extremo se vive cuanto haces viajes en solitario, que yo he hecho muchos porque me gusta bastante la soledad. Entonces, si vas solo y te da un infarto, tienes un golpe de calor o un percance mecánico, puedes estar en apuros. Se puede vivir una aventura en desierto sólo acercándose a los márgenes, sin arriesgar nada, sólo confiando en la gente del lugar, que es muy colaboradora. Vivir el extremo de meterse dentro, pasar quince días y recorrer 1500 km de distancia, eso te lo da la experiencia y no conviene hacerlo solo porque con un desfallecimiento te estás jugando el pellejo. A pesar de que no lo recomiendo, tengo que reconocer que yo alguna vez lo he hecho porque la adrenalina te empuja a hacer cosas que no son prudentes.
“No tener que mirar el reloj es una de las cosas impagables. En el desierto te dicen 'Nos vemos mañana' ¿Cuándo? 'Qué mas da, ya nos veremos'. Fantástico”-¿Qué sentimientos y prejuicios ocultos personales se le replantean cuando viaja al Sahara?
-Yo siempre he tenido muy pocos, porque siempre me he entregado a la aventura de descubrir gente y lugares diferentes. ¿Sabes cuál es la sensación más fuerte que vivo? El momento de más angustia es cuando regreso. Al aproximarme al Mediterráneo, que es una manera de aproximarme a Europa, me dan unas ganas de dar media vuelta y volver a bajar... Pero la vida es así y hay que volver a donde uno se ha instalado, evidentemente. Ahora, no excluyo que un día desaparezca y me encuentren enterrado en una duna.
-¿Qué pensó cuando Hassan -a los ocho años- le tocó el reloj y dijo “Mientras yo tengo todo el desierto, tú tienes esto. Yo soy libre y tú eres esclavo del tiempo en cada momento de tus días”?
-Me quedé fascinado. Además a mí me gusta provocar y le estaba preguntando si sabía lo que es una Play Station, un juguete electrónico... Y él me decía: “Pero tú no tienes esto”, y te está enseñando un campo de fútbol de 200 km de largo. No tener que mirar el reloj es una de las cosas impagables. En el desierto te dicen “Nos vemos mañana” ¿Cuándo? “Qué mas da, ya nos veremos”. Fantástico.
-La dureza del entorno relativiza lo banal y exalta lo verdaderamente importante”. ¿Qué es para usted lo importante?
-Desde luego los seres humanos. Las frases sencillas de gente sencilla me han obligado muchas veces a reflexionar sobre cosas que ves todos los días y no les estás dando importancia. Valoro la importancia de lo sencillo, la sencillez. Nosotros vivimos en un mundo al que cada día le añadimos elementos artificiales, lo complicamos para hacernos la vida más fácil. Es verdad que vivimos una vida más cómoda, pero nos morimos de infarto, corremos más deprisa, estamos pendientes del horario, del teléfono, de cuándo sale el avión, de cuándo sale el tren... La prisa mata, y es verdad.
-”Ojo por ojo... lente por lente”, es una campaña que usted mismo puso en marcha para ayudar médicamente a la gente del desierto. ¿Es resultado de una solidaridad aprendida de la gente del desierto?
-Por supuesto, pero también es parte de mi personalidad. Siempre he sido un espíritu libre, pero ahí lo acentúas porque lo ves en ellos. La solidaridad la practican todos los días de su vida. Como ellos te dan todo lo que tienen, pues si tú tienes algo, tienes el deber de darlo. Al mismo tiempo era para mí una señal de agradecimiento, “oye, que me habéis dado un montón”. Con un poco de sudor, contactos y un par de meses de preparación puedo llevar unos médicos y unos quirófanos, así que lo hago. Además les estás llevando algo verdaderamente importante. ¿Sabes lo que es para un señor que tiene cataratas desde hace años, que vuelve a la jaima y puede verle la cara a sus hijos? Pues le estás cambiando la vida. Y a mí me hace feliz eso. Es una manera de devolver mucho de lo que me han dado. Me habéis dado décadas de amistad y muchísimas cosas, pues yo os devuelvo alguna cosita. Δ
Todas las fotos que acompañan la entrevista forman parte del libro “Sahara. Un viaje a la sabiduría de las gentes del desierto” (Editorial La esfera de los libros).
Fuente:resvistafusion
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