LUIS LEÓN BARRETO
El presidente Obama está encontrándose sus primeras piedras en el camino. El feo asunto de Guantánamo le ha obligado a incumplir una de sus promesas electorales. A estas alturas, ya debe estarse enterando de lo que significa la presión militar, el Pentágono, la industria bélica, la Asociación Nacional del Rifle y todas las demás posiciones armamentistas de su país. El segundo escollo ha sido su entrevista poco gratificante con Netanyahu, alzado al poder por los votos de los ciudadanos de Israel, donde –como es sabido– la pugna entre intolerantes y tolerantes suele saldarse a favor de los primeros por un margen más bien estrecho. De este modo, hemos contemplado el cambio de papel de los que fueron víctimas en el holocausto y ahora son verdugos. No sólo se niega Netanyahu a negociar el establecimiento del estado de Palestina sino que sigue impulsando asentamientos en la tierra expoliada a los perdedores. La política de los hechos consumados, la política de la fuerza, se sigue imponiendo y de este modo el terrorismo árabe sigue encontrando una razón que justifique su existencia. Obama recuerda a Israel lo acordado en la hoja de ruta del año 2003, que fija como objetivo la creación de un Estado palestino seguro y viable, además del reconocimiento explícito de Israel por la otra parte. Lo malo de todo esto es que la zona continúa siendo un polvorín que trasciende más allá de sus fronteras. Lo que vino a ofrecer Netanyahu es algo así como una autonomía palestina tuteladal, sin que exista propiamente el estado de Palestina. Algo similar a lo que viene ofreciendo Marruecos para el Sáhara ante los delegados de la ONU, y que por ahora el Frente Polisario y la opinión internacional consideran poco aceptable. Este es el otro punto caliente en la estrategia norteamericana del nuevo presidente, y esperemos que en los próximos tiempos se aporte algún tipo de iniciativa novedosa. El Sáhara requiere soluciones válidas y aceptables, ya que no debe continuar la putrefacción del conflicto, con la amenaza del Polisario de regresar a las armas. Los miles de refugiados de Tinduf, al igual que los miles de refugiados palestinos, van pidiendo soluciones. Obama tiene ante sí, qué duda cabe, difíciles asuntos económicos y difíciles asuntos geoestratégicos. De su marcada voluntad de separarse de todo aquello que hizo Bush podemos y debemos esperar cosas mejoras que las que tenemos ahora mismo. El tropezará muchas veces porque no es fácil conciliar los deseos con la dura realidad. Pero por ahora está lanzando propuestas novedosas. Por ejemplo, su plan para reducir los gases contaminantes de los coches, con la mirada puesta en 2012. El presidente anuncia que se incrementará el precio de la gasolina, excesivamente barata en EE UU, para generar métodos que permitan ir recortando los gases contaminantes. Pues el hecho de que el petróleo haya bajado de precio en los últimos meses ha impulsado a muchos norteamericanos a comprar coches y camiones muy contaminantes. Invertir la tendencia de Bush, quien tantas veces negó la existencia del cambio climático, tampoco será empresa fácil. Pero de una cosa estamos seguros: este hombre sabe pelear por ideas nuevas, y seguirá intentándolo.
Fuente:laopinion
25/5/09
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