La activista saharaui lleva días saliendo de su casa- siempre acompañada de su prima porque a veces tiene dificultades de mantener el equilibrio- para realizar las visitas a sus camaradas de la lucha de la defensa del pueblo saharaui que aún no pudieron verla. Aquellos que lo intentaron acabaron “expulsados y zarandeados con fuerza”, dice Djimi El Galia, la amiga íntima de la activista. Sin ir más lejos, Chiref El Garhi, compañero de prisión de Haidar en los años plomo, ciego de nacimiento, intentó acceder a su vivienda y las autoridades se lo impidieron, y fue golpeado, según denunció a la Asociación Saharaui de las Víctimas de Graves Violaciones de los Derechos Humanos (ASVDH).
Sólo los familiares más cercanos están autorizados a acceder a la vivienda de Haidar aunque dejando antes por escrito el nombre y el número del carné de identidad. “Hace cuatro días me visitó y me quedé sorprendido por lo delgada que estaba, aunque más sorprendido me quedé cuando acorralaron mi casa los agentes de la seguridad”, Haidar circula libremente por el Aiún, pero siempre “escoltada” por un cortejo de policías secretas que controlan todos sus movimientos. “Lo hacemos para evitar aglomeraciones de saharauis en torno a ella. No queremos que se produzcan manifestaciones”, comentaron fuentes oficiales de la wilaya de la capital del Sahara Occidental. manifestó a la Cope, Hamad Hamad, defensor de los derechos humanos.
La casa de la Gandhi saharaui se encuentra en el barrio de Zemla, la antigua Casa Piedra. Los vecinos se dispersan cuando ven a esta periodista pasear por la avenida principal de este pequeño barrio donde los policías secretas no se dan tregua. Al asedio día y noche. “¿Acaso tienes acreditación para estar aquí? Debes marcharte enseguida. Está prohibido” comenta uno de los agentes. Hay una veintena que no despegan la vista de la cámara fotográfica. “El caso de Haidar es excepcional”, justifica otro de ellos. Los negocios de Zemla- carnicería, farmacia, locutorios o carpinterías- están abiertos al público, pero no hay un alma que en el último mes se haya atrevido a acercarse hasta aquí. “La gente tiene miedo” manifiesta un vecino de un taller de coches que se encuentra a pocos metros de la vivienda de Haidar.
La salud de la activista es estable. Según un familiar, ya comenzó a comer algo de carne de camello después de varias semanas alimentándose a base de sopas y purés. La activista no accedió a hacer declaraciones a los medios desplazados a El Aiún por teléfono, tampoco vía email porque “si lo hacía, tenía que responder al resto de periodistas que igualmente se han interesado en entrevistarla”, manifestó en una respuesta a un email que esta periodista le envío con preguntas sobre su estado de salud, la causa saharaui, el advenir de la lucha por los derechos humanos y el plan de autonomía que Marruecos ha ofrecido a la región del Sáhara. “Créeme que es un gran placer poder ofrecerte este servicio, pero si hago esta entrevista el resto de periodistas se enfadarán conmigo y son muchos",“durante el proceso de recuperación”. manifestó. Su compañero, Bachir Lejfani, asegura que el médico le desaconsejó que hablara a los medios de comunicación
Desde la Wilaya de El Aiún-que equivaldría a una alcaldía en España-los funcionarios declinan hacer declaraciones sobre el tiempo que Aminetu Haidar pasará controlada por las fuerzas de seguridad. Se limitaron a señalar que “Marruecos está avanzando en el respeto de los derechos humanos y que el día en que se llegue a un acuerdo con el Polisario, habrá amnistía en el territorio”. Según Djimi El Galia, “el plan, para que sea aceptado por nosotros, debe contemplar el derecho a la autodeterminación”. “Ha pasado mucho tiempo y la solución debe ser inmediata, pero sin armas, hay que evitar entrar en una guerra porque ésta siempre deja huérfanos”, comentó Bachir Lejfani. Para algunos saharauis tránsfugas- los que regresaron de los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia)- la autonomía es una solución viable siempre que “Marruecos comience desde ya a respetar la dignidad de la población saharaui, sus derechos. Debe ganarse nuestra confianza”
Fuente:cope
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