El pueblo saharaui quiere volver a su tierra, sentirse libre y seguro, ser un punto de encuentro entre el norte de África y Europa, practicar la cultura de la tolerancia y la paz.
Después de 35 años de exilio y larga espera estamos sedientos de libertad, y esto lo sabe el embajador Máximo Cajal, queremos ayudar a España a ser más segura y generosa con la justicia; nosotros los saharauis somos los hijos de las nubes, pueblo antiguo y conocido por sus vecinos mediante la poesía de Chej Mohamed Elmami y su particular visión filosófica sobre la vida nómada. Los primeros españoles que se adentraron en el Sáhara Occidental lo hicieron acompañados de Ahel Sahel, lo que hoy conocemos como saharauis. Con ellos llegaron a muchos acuerdos y tuvieron una convivencia pacífica rota desgraciadamente por la Marcha Verde en el año 1975, marcha que llevó a cabo Marruecos para invadir nuestro territorio.
El 6 de septiembre de 1991 firmamos el alto el fuego con Marruecos, en vísperas de que tuviese lugar el referéndum de autodeterminación, y aún seguimos esperando su cumplimiento. Mientras tanto la población saharaui sigue siendo torturada y menospreciada, ante la indiferencia de la misión de Naciones Unidas para la celebración de un referéndum en el Sáhara Occidental, incapaz de defender los derechos humanos de una población civil pacífica que lucha por sus derechos y por su tierra.
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