11/6/09

Cárceles marroquíes: las personas no valen una colilla

Miércoles, 10 de Junio de 2009 21:40

Informe realizado por el Grupo 9, grupo de presos políticos saharauis en la cárcel marroquí de Boulmharez:

Rajaa Ali 97387, Saika Brahim 97288, Touer Fdeili 97286, Naji Charbara ----, Boutezil Rachid 97287, Tajbirt Rachid 97291, Achouin Brahim 97292, Achouiaar Brahim 97293 y Bakass Ismail 97290

Carcel Boulemharez de Marrakech, le 6 avril 2009

I- INTRODUCCION

Las instituciones penitenciarias a nivel internacional han experimentado progresos y cambios sustanciales que les han permitido dejar de ser específicamente centros para el cumplimiento de condenas y aislamiento de delincuentes a convertirse en instituciones que fomenten la educación, la formación, la reinserción y la integración en la sociedad, teniendo en cuenta los principios y los valores que rigen socialmente, y más aún después de las campañas internacionales llevadas a cabo por asociaciones y ONGs involucradas en la defensa de los derechos humanos; ello además de estudios e investigaciones sobre el comportamiento del ser humano en general, y en particular en el campo de la delincuencia con el fin de hallar soluciones y combatir ese fenómeno en todos los frentes.

Marruecos, siendo firmante de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y demás compromisos internacionales, en respuesta a las presiones que ejercen las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, plantea haber mejorado y su intención de seguir perfeccionando su red de instituciones penitenciarias con el objetivo de que cumplan su función predeterminada. He aquí donde surge la interrogante: ¿Tiene que ver lo prometido con la realidad actual sobre el terreno?,¿Se puede sinceramente hablar, teniendo en cuenta los actos y los hechos, de programas destinados a la educación, la reinserción, la formación y la integración en el interior de las cárceles marroquíes?

En las cárceles marroquíes se vive una situación, lo menos que se le puede calificar, horrible e inconcebible. No existe ni dignidad humana ni respeto a lo más básico de los derechos humanos, debido a las ilegalidades y violaciones a los principios de humanidad. Empezando por el maltrato y las torturas a los reclusos, el abarrotamiento, el contagio masivo de enfermedades y virus, delitos, drogas, abusos sexuales; así como la corrupción desmedida, favoritismos, ajustes de cuentas y un largo etcétera. Este ambiente de fraude y ausencia de la ley (una vergüenza para el gobierno y las organizaciones políticas marroquíes) ha sido denunciado por los mismos presos y ratificado por ONGs, asociaciones e instituciones comprometidas con la defensa de los derechos humanos.

Hoy, es deber nuestro, como presos políticos saharauis (el grupo de los 9) desde las mazmorras de la tristemente célebre Cárcel de Boulemharez, denunciar este infierno insoportable en el que nos encontramos y desenmascarar las violaciones cometidas por los verdugos, aplicando una política de uso excesivo de la fuerza y de allanamiento acompañados por maquillajes y engaños a la opinión pública marroquí e internacional. Las cárceles se han convertido en fábricas de peligrosos delincuentes que se exportan a la “cárcel mayor”, esa sociedad que hasta hoy día no ha visto ni respeto ni mejora de los derechos humanos.

La situación miserable de las cárceles marroquíes continúa hasta hoy día, y con ella el decaimiento de los valores humanos, y seguirá de esa manera mientras el medio en el que se desenvuelve el ciudadano no experimente progreso social alguno. Las cárceles son un reflejo de la situación política, social y cultural que vive la sociedad marroquí. No es más que una mera imagen de conflictos entre las diferentes capas de la sociedad, repartos desiguales, falta de entendimiento, además del concepto erróneo de las relaciones entre los gobernantes y los ciudadanos en lo concerniente a sus derechos y deberes.

II. LA SITUACION DE LAS CARCELES MARROQUIES:

Detrás de las paredes y las rejas de las cárceles y centros de detención marroquíes existe un mundo de perdiciones, privaciones, violaciones, dolor, oportunismo y abusos; un mundo donde rige la ley del más fuerte. Entre los presos hay quien cumple condena por delitos cometidos, y muchos otros son víctimas de la “ley y la justicia”, siendo absolutamente inocentes en un supuesto estado de derecho.

La ley es comparable a una tela de araña que solamente caza pequeños insectos, en cambio las ratas y los cerdos son criaturas de cuerpos pesados que nunca caen en dicha trampa ni saben de su existencia. La red ha sido elaborada específicamente para los pequeños y los débiles con el fin de oprimirles y reducirles al silencio.

Los habitantes del loco mundo de la cárcel tienen sus costumbres, su propio código, sus mercados, sus alianzas, sus lobbys, y tienen hasta ilustres y viles. Todo es esto es regido por una fórmula enmascaradota y embellecedora superficialmente llamada la Ley 98/23. Se trata de un discurso vacío que no tiene absolutamente nada que ver con lo que ocurre en realidad, ya que simplemente ha sido elaborado como respuesta a las presiones que ejercen varias ONGs internacionales de DD.HH. Son instituciones merecedoras del temible dicho popular: “quien entra desaparece y el que sale ha vuelto a nacer”.

Lo que ocurre dentro de las cárceles marroquíes es una tragedia que atenta contra la dignidad humana y una evidente violación de los derechos humanos. Las faltas y las violaciones de normas son muchas y variables: abarrotamiento, malas condiciones higiénicas, mala nutrición, enfermedades contagiosas; así como el favoritismo, la corrupción, las drogas y demás sustancias prohibidas en cantidades exageradas; acompañados de todo tipo de abusos cometidos por los funcionarios de la cárcel contra los ciudadanos del hermano pueblo marroquí, víctimas de un conflicto artificial entre los dueños de los medios de producción.

En medio de estas terribles condiciones y demás elementos que caracterizan a los centros de detención marroquíes, y que demuestran que las personas valen menos que las colillas del tabaco, saltan a la superficie ciertos escándalos e interrogantes que hablan por sí solos: ¿Dónde están los resultados de las promesas que hablaban de reeducación, formación, reinserción e integración en la sociedad?, ¿O es que todo era falsedades y fantasías?, ¿Para qué sirven dichas instituciones famosas por su ley del “sálvese quien pueda”?, ¿Son estas instituciones para combatir el crimen y la delincuencia, preservar los principios y los valores que ha creado el sentido común para el adecuado funcionamiento de la convivencia social como cita la teoría de Dorkaem?,¿O contrario a todo esto simple y llanamente sirven para fomentar la delincuencia y la desobediencia y a convertir el fraude en arte?.

Los secuestros y el encadenamiento y todo lo que implican de agresiones confirman que la propaganda en relación con la mejora de las instituciones penitenciarias marroquíes, prueba de ello su lamentable imagen, no concuerda con la realidad y la miseria reinantes. El discurso oficial maquillado no es mas que palabras que se las lleva el viento; y si intentásemos hacer una comparación entre lo estipulado por la ley (una fórmula de embellecimiento) y lo que ocurre detrás de las rejas nos daríamos cuenta de la diferencia abismal, especialmente si se trata de lo que se cocina en el interior de estos centros de trapicheo excesivo de drogas y demás sustancias prohibidas.

Se podría afirmar que ante la incapacidad de convertir a dichos centros en bases para el tratamiento adecuado, búsqueda de soluciones, terapias en pro de la integración, los responsables han optado por el uso de las drogas como remedio, el cual los reclusos consideran como alas imaginarias para volar hacia la libertad, el bienestar, la dignidad humana y así escapar de un infierno hacia otro.

Las cárceles marroquíes acarrean muchos problemas y todos guardan relación con el núcleo de la misma sociedad marroquí. La realidad de las cárceles es un reflejo de la convivencia social. Es el resultado de conflictos, trifulcas y competencias; y todo ello nos guía hacia el código penal, los recursos humanos y las infraestructuras para entender un poco las verdaderas causas.

El Código Penal: básicamente se utiliza como medida para combatir el crimen y la delincuencia a través del castigo y la condena. Al simplemente privar de libertad solo coopera en la fabricación y expansión del delito en la sociedad. Limitarse a encerrar no resuelve el problema. Por ello es necesario encontrar medidas y soluciones, al igual que sería conveniente abandonar la idea del encarcelamiento preventivo, evidentemente teniendo en cuenta el tipo y el grado del delito, ya que muchos casos son acusados por faltas que no deberían acarrear motivos de privación de libertad.

Recursos Humanos: La administración de las cárceles dispone de 60 cárceles, las cuales albergan a mas de 80 000 reclusos, cifra que aumenta diariamente. En cuanto al número de funcionarios, obviamente es mucho más inferior con respecto a la gran cantidad de presos. Dichos funcionarios tienen una formación muy limitada y carecen del sentido de responsabilidad, de humanismo y del sentido laboral; no tienen nociones sobre como enfrentarse al mundo de la delincuencia social y psicológicamente. Desconocen los mecanismos y las pautas de los derechos humanos, teniendo en cuenta que la legislación en Marruecos correspondiente a las cárceles estipula que los funcionarios deben poseer suficiente formación sobre el mundo de la delincuencia, la psicología y la sociología; así como el código penal y, sobre todo, dominar y preservar la aplicabilidad de los derechos humanos. El funcionario no debe por lo tanto diferenciar entre los reclusos por sus raíces, color, raza, sexo, nacionalidad, religión o posición social; Tampoco debe agredir a los presos, tanto física como moralmente, y respetar las creencias, el pensamiento y la ideología del preso.

Infraestructura: La totalidad de las cárceles marroquíes (60) carece de infraestructuras adecuadas, lo cual es una falta de consideración hacia la dignidad humana. En un supuesto “Estado de Derecho” estos centros no cumplen ni con los requisitos técnicos, ni con los requisitos humanos, ni con los higiénicos. Son centros que deberían cerrarse urgentemente, ya que necesitan de arreglos y reparaciones -empezando por la terrible Cárcel de Boulemharez-. si cuyo objetivo es combatir y reducir la delincuencia que aumenta considerablemente, según las propias estadísticas de dichas instituciones penitenciarias, pues en las cárceles se viven la inseguridad y el peligro que convierten al delincuente en una bomba del tiempo capaz de explotar en cualquier momento y en cualquier lugar, y esto es debido a todo lo que el preso aprende en estos centros de agresiones y delitos en un mundo donde manda la ley del más fuerte, donde no existe ni tolerancia ni paz, donde predomina la pobreza, la perdición y el asesinato; Un mundo materialista, horrible y miserable que entierra y liquida cualquier sentido del humanismo. Con sobrada razón solo podemos calificar a estas cárceles de fábricas de delincuentes.

III. LAS CARCELES MARROQUIES Y LA DELINCUENCIA INTERMINABLE:

Delinquir y reincidir en el delito es un fenómeno presente y ampliamente expandido en un país como Marruecos, que no es capaz de interpretar y llevar a cabo el concepto de desarrollo humano. Sus ciudadanos son víctimas de su intento de mantenerse a flote dadas las circunstancias y desafíos internacionales, de manera que la sociedad queda totalmente vulnerable en un ambiente de ausencia de la ley, la justicia y la igualdad de oportunidades, y donde por otro lado aumenta la pobreza y la diferencia abismal entre las distintas capas de la sociedad, ya sea en el campo de la seguridad ciudadana como derecho inherente al ser humano, como en el de la satisfacción de necesidades y solución de problemas. Ello crea un Marruecos que emplea la ley de la represión y la expatriación, la falsedad y la hipocresía. Un estado que no mira por los intereses del ciudadano, excepto en ciertas ocasiones como la llegada de las elecciones donde se libra una feroz batalla entre los candidatos por meter en el corral al mayor número de corderos, y conseguir así un puesto para lograr dominar el otro corral mayor caracterizado por el olor a sudor y sangre de los oprimidos. Los pobres que viven en una larga espera que les lleva inevitablemente a la desesperación, el robo, el saqueo, las violaciones, los asesinatos, el tráfico y consumo de drogas y muchos más delitos.

Esta situación simplemente colabora en la reincidencia de delitos, en aumentar la cantidad de delincuentes, y sumado a todo esto el incumplimiento de las cárceles en lo referente a sus objetivos de reeducar, rectificar y hallar soluciones a dificultades sociales.

A pesar del castigo y la represión que dejan huella en la personalidad del preso, en su ideología y hasta físicamente (tatuajes, heridas, quemaduras, abusos sexuales, etc…) cabe preguntar: ¿Qué factores condicionan que el delincuente sea reincidente?

Hay muchos factores que posibilitan dicho fenómeno y que guardan relación desde el principio al fin con la cárcel. Después de abandonar el recinto y recibir una “formación” sobre delincuencia y supervivencia, en un ambiente de disputas, peleas, agresiones y abusos, el delincuente es recibido por un odio de la sociedad y por consiguiente el distanciamiento de los que le rodeaban. Como salida o escapatoria se adentra en el mundo de la delincuencia callejera y sus tinieblas, como si se tratara de un oscuro odio o un intento de venganza, de recuperar esa falta de consideración, esa dignidad robada, esa infancia perdida. En cualquier lugar y en cualquier circunstancia se encuentra en medio de un conflicto. Así es el mundo de la delincuencia y las mafias. Exactamente ocurre lo mismo dentro de las cárceles, donde de disputa brutalmente el control de lo poco que existe en ese infierno. Los conflictos, como dijera Pierre Bordeau, son consecuencia de prácticas sociales estrechamente relacionadas con todos los campos activos de la vida. Se producen partiendo de ciertas situaciones o determinadas propiedades, teniendo en cuenta la forma en que se realizan. La historia de cada campo es la historia de un conflicto, pero los conflictos dentro de las cárceles provocan consecuencias mucho más graves, debido a ajustes de cuentas basados en la cultura de la delincuencia, el crimen y las mafias, cuyo lema es “agresión con agresión se paga”. Se trata de una cultura sectorial que, relacionada con las demás culturas, hace que la cárcel se convierta en pequeño pueblo dentro del pueblo como dijera Michell Focoun.

Se podría afirmar que la institución penitenciaria dispone de su propia cultura. La constituye y la apoya a través de distintos canales intercomunicados, de un código de agresividad, de sus propios medios de producción. Al recluso se le exige convivir e integrarse con los reglamentos y principios que rigen esa mezcla de distintos elementos sociales y su peculiar ley y orden.

Educar y rectificar errores no forman parte de la estrategia encaminada al mejor funcionamiento de la cárcel, motivo de la continuidad garantizada de la situación actual. Las cárceles persiguen unos objetivos distintos a los declarados en sus preámbulos; Sin embargo, si el delincuente reincidente tiene mucho que ver con las políticas penitenciarias, también es cierto que otros factores influyen en el surgimiento de dicho fenómeno a parte del círculo de la cárcel: Las dificultades de encontrar trabajo, la severa vigilancia policial, el rechazo social, etc.…

Todos estos elementos se convierten en obstáculos en el, ya por si mismo, difícil camino del supuesto delincuente, algunos lo acompañarán hasta el día de su muerte. En muchos casos la sociedad misma carece de mecanismos que faciliten su aceptación e integración, por lo que recurre nuevamente al delito como solución a sus graves problemas sociales.

La privación de libertad y la condena son elementos que indirectamente obligan a las familias de los presos a acudir a la corrupción, al vagabundeo y a la mendicidad para conseguir lo que las instituciones penitenciarias han sido incapaces de ofrecerles. De esa manera aportan dichos centros su dosis en la expansión de la delincuencia y la reincidencia en esta enfermedad, incurable solamente a través del castigo, y mientras las instituciones penitenciarias y la situación por ende continúen influyendo negativamente sobre el delincuente sumido en la pobreza y la marginación. Volver a delinquir depende de la influencia de tanto la cárcel menor como la mayor (pobreza, marginación y aislamiento).

La cárcel no utiliza terapias que curen las raíces del problema, y por ello el delincuente reincidente es una lacra que va en aumento a gran velocidad. Si el preso no encuentra ningún cambio en la cárcel, no sale pues de su mundo y vuelve a lo único que sabe hacer. De ahí que las instituciones penitenciarias, al igual que las otras instituciones que de alguna manera tienen que ver con el fenómeno, no cumplen con su función. Contrario a su misión de facilitar la integración de los reclusos, estos centros se convierten en nidos de delincuentes y cementerios de los oprimidos y simples obreros, víctimas de las mentiras y la hipocresía de las autoridades del supuesto “nuevo y moderno Marruecos”, el Marruecos de la marginación y la represión.

IV. LA CARCEL DE BOULEMHAREZ, UN REFLEJO DE LAS CARCELES MARROQUIES:

La Cárcel de Boulemharez es heredada del colonialismo francés. Un centro antiguamente especializado en oprimir a los hombres de la resistencia marroquí. Actualmente es una cárcel dedicada especialmente a los reclusos que cumplen condenas de corto plazo. Se encuentra situada en un barrio (Quilis) de gente con buen poder adquisitivo en la provincia de Marrakech, popularmente llamada Alhamrá. Un centro que representa la perdición, la represión y la privación. Sus celdas son altas y sus paredes contienen cuadros de pintura, dibujos, lemas y hasta versos del Corán y dichos del profeta que llaman a la paciencia, la esperanza, el arrepentimiento, el retorno a Dios y la creencia en el destino preescrito. Es evidentemente un intento de desviar la esencia del conflicto que ocurre acá abajo en la tierra hacia el séptimo cielo, pero no deja de ser simplemente una impresión errónea al principio que inmediatamente se evapora como es bien conocido por todos los presos .“Es un mundo que exteriormente muestra compasión y por dentro es todo tortura y represión”, atestiguan.

La cárcel de Boulemharez de construcciones antiquísimas y considerablemente deterioradas se divide en varios sectores: Sector de Primera Instancia: 8 compartimentos, cada uno alberga alrededor de 70 reclusos siendo su capacidad de solo 25. Además de 5 celdas individuales “CACHOT ” destinadas a la tortura y las violaciones. En este centro de detención la víctima esta sujeta a pasar cierto tiempo en las terriblemente famosas celdas individuales por ningún motivo, ni juicio justo, ya que según la ley el prisionero acusado debe declarar ante un comité disciplinario constituido por el director de la institución, el responsable del centro, funcionarios elegidos por el director; además del derecho del acusado a acudir a otro preso en su defensa ante dicha comisión , presentar testigos y replicar a las acusaciones formuladas antes de que se tome cualquier decisión concerniente al preso en cuestión. Sector de lo Penal: Dispone de cuatro compartimentos con 70 individuos aproximadamente en cada uno. Su capacidad es de solo 25. También existen las llamadas “celulat” (6 celdas de tamaño pequeño y mediano).Sector de los novatos y los forzados: 4 salas de gran tamaño con alrededor de 120 reclusos, siendo su capacidad de apenas 40. Una celda de tamaño mediano (selulat) y cinco pequeñas celdas destinadas a los forzados, celdas que en un principio eran destinadas a los presos políticos que actualmente comparten celda con presos comunes dentro de esa gran fosa común.Sector de infracciones (delitos): destinado a los menores. Los de la infancia robada o han dejado de ser niños a edades que oscilan entre 12 y 20. Dispone de 8 salas con aproximadamente 110 individuos. Su capacidad cubre solamente 36 como máximo.Sector de las mujeres: Contiene un solo compartimiento con capacidad para 15 individuos y en el que conviven como pueden alrededor de 50 mujeres. También tiene 2 celdas pequeñas.

En cuanto a los ancianos, pues se encuentran aislados en una sala que antaño era la panadería del recinto. Se trata de 30 ancianos con edades superiores a los 60 años de edad. El mayor tiene 92 años y cumple una condena vigente de 30 años de prisión.

La Cárcel de Abu Graib de Marrakech posee 3 áreas. La primera de ellas para el sector de delitos. Carece de asientos de descanso y de áreas verdes. Es lo más parecido a un ruedo de batallas y peleas, lo cual ocurre cotidianamente entre los presos. Carece de las mínimas condiciones. No tiene ni fuentes de agua ni lavabos; tampoco dispone de terrenos para actividades deportivas. La situación francamente incita a buscarse la vida coma sea y que se salve el que pueda.

La segunda área esta destinada tanto para los de los incidentes como para los de primera instancia. Es una especie de triángulo, cuyo tamaño es absolutamente insuficiente para albergar a todos los reclusos. Tampoco contiene lo básico de las necesidades. Los asientos son de hormigón deteriorado que no permite el descanso. No hay árboles ni lugares verdes. En el centro hay algo parecido a un mini estadio de fútbol sala en muy malas condiciones cuyo terreno no es apto para la práctica de ninguna actividad deportiva, excepto los postes de sus “porterías” que sirven de tendedero para la ropa y su suelo que los presos utilizan para extender sus mantas y sábanas para poder echar una siesta, lo cual se torna casi imposible amontonados dentro de sus celdas abarrotadas y asfixiantes. Hay un “bebedero” de cinco grifos, de los cuales solo funciona uno.

Ante la ausencia de baños los reclusos acuden a las antiguas y carcomidas paredes del recinto

La tercera área es para los novatos y los forzados. Es de pequeñas extensiones con escasos árboles (7 olivos y 4 limoneros). Dispone de una fuente de agua que es destinada principalmente para la ablución, ya que se trata del lugar donde se realizan los rezos del Viernes y los Aid (pascua musulmana). Todo esto ocurre pagando el peaje de los intereses de la cárcel.

De la clínica del centro se puede decir que casi la totalidad de los trabajadores son presos. No tiene ni los más mínimos medios de auxilio excepto escasos instrumentos y sin esterilizar. El médico a cargo del centro está casi siempre ausente, lo cual complica la situación de los enfermos, además de la falta de medicamentos y la expansión de las enfermedades. La farmacia casi nunca abre sus puertas. Si alguna vez ofrece servicio solo dispone de “aspirina” y otras tabletas que provocan el sueño como remedio a todo tipo de enfermedades. En dicha clínica hay dos habitaciones para los enfermos de los cuales se desprenden olores muy molestos e insoportables, debido a que los presos se encuentran en un estado de higiene lamentable (piojos, microbios y parásitos). Conviene subrayar que las jeringuillas se reutilizan varias ocasiones, lo cual es motivo para la expansión de enfermedades contagiosas, como el VIH, por mencionar alguna. Lo misma situación ocurre con el local del dentista que permanece cerrado durante toda la semana. Abre solamente en dependencia de los ya vaciados bolsillos de los reclusos.

El centro de formación, cuya presencia es obligatoria y esencial, permanece cerrado todo el tiempo, siendo lo único en todo el recinto que podría aportar a la educación y la integración de los jóvenes mediante el conocimiento, el dominio de los valores y las estrategias para lidiar con el delito. Lo constituyen dos salas con asientos podridos que valdrán para cualquier otra cosa excepto para impartir clases. El supuesto docente aparece presente todos los días según los papeles cuando en realidad solo aparece una vez al mes para luego desaparecer.

La “librería” es un cuarto de tres metros por dos y medio de medida. La mayoría de sus libros son escrituras sobre las paredes, además de algunos libros que hablan sobre la bibliografía de Hassan II y la familia real, y la lucha de Mohamed V y la revolución popular.

El comedor es un escondite para las cucarachas y demás bichos que viven de los restos de la comida y de las hortalizas almacenadas para su posterior consumo. Del comedor se desprenden olores que obligan a los reclusos incluso a rechazar su dosis de comida.

En todo el recinto de Boulemharez no existe ni una sola ducha. Para ese fin se utiliza una estrecha sala de cinco metros por tres para todo el colectivo (1600), lo que contribuye considerablemente a empeorar las condiciones higiénico-sanitarias. Además, para lavarse solo hay agua fría y contaminada hasta con gasolina. Ese “baño” casi siempre se encuentra cerrado. Ello hace que los presos vivan en un infierno de suciedad y malos olores.

El nuevo ingresado en Boulemharez se dirige, como primer paso, hacia el buró de información jurídica donde se encuentran los expedientes de detención individuales: sus datos personales (nombre, apellidos de la familia, fecha y lugar de nacimiento, profesión, nombres de los padres, antecedentes penales, etc.). Luego se le realizan fotografías enfocando desde todos los lados. Las fotografías de los prisioneros se han convertido en algo primordial después de que últimamente la cárcel haya registrado un caso de fuga cuyo autor utilizó los datos de otro preso a punto de cumplir su condena y ganarse su libertad, dejándole en medio del infierno de la tortura y la represión. Como segundo paso, es llevado hacia uno de los sectores para ingresar en una celda para los delincuentes de reserva. Esto se lleva a cabo sin realizarle ningún chequeo médico o abrirle algún expediente especial por si se trata de un caso de enfermedad psíquica, por ejemplo, o alguna otra disminución que requiera su aislamiento o un tratamiento especial. Se le abandona en unas condiciones penosas, donde se le maltrata su dignidad humana y se le pisotean sus derechos humanos. Los sufrimientos del recluso son infinitos y las violaciones ilimitadas e inconcebibles. Citemos algunas, lo cual no abarca todas las barbaridades que se cometen en ese agujero: abarrotamiento, malnutrición, pésima higiene y condiciones sanitarias, abusos sexuales, tráfico y consumo de drogas, corrupción desmedida, favoritismos, etc.

Informe realizado por el Grupo 9, grupo de presos políticos saharauis en la cárcel marroquí de Boulmharez (II Parte)

V- ABARROTAMIENTO:

La terrible cárcel de Boulemharez sufre de un abarrotamiento masivo y sofocante. Las celdas son muy estrechas, comparables a un pantano. No existe consideración alguna hacia la dignidad humana y el respeto de los derechos humanos por ende. El preso no disfruta ni tan siquiera su derecho al sueño y al descanso. Hasta el dormir se convierte en tortura.

Los presos se acuestan pegados unos a otros como si fueran sardinas enlatadas, sobre una superficie de hormigón conocida comúnmente como “lacar”. Mide 2x2.5m y en ella duermen 28 o más reclusos. Utilizan mantas sucias y carcomidas. Les cubre el techo de esa cueva lleno de insectos. Los pies de unos sirven de almohada para otros. El vigilante de la celda es una persona que la tortura se ha apoderado de su corazón y mente, no conoce de principios excepto la represión. En ese escondite están obligados a permanecer más de diez horas sentados a la turca, limpiándose la ropa de piojos los unos a los otros. La escena los muestra como si estuvieran leyendo periódicos. ¿Acaso hay algo que leer en el recinto de Boulemharez?.

Otro grupo de presos no le queda más remedio que pasar la noche en los baños, rodeados de excrementos, bichos y malos olores. La operación se lleva a cabo colocando una puerta o cualquier trozo de madera encima del retrete para colocar encima unas mantas rotas y sucias. Teniendo en cuenta que todas las celdas de la cárcel tienen 2 baños (1.5x1m) de medida. En ese estrecho espacio duermen (se torturan) 5 presos víctimas de la maldición de la tierra o el cielo.

Hay otro grupo que persigue el dormir debajo de las literas como si fueran crías de animales, y además se les obliga a pagar 250 dirhams. El dormir encima de “adasisa”-el sitio destinado para los enseres de los presos, requiere una cantidad de 350 dirhams. Estos últimos corren el mismo riesgo que los anteriores, ya que se trata de un sitio suspendido entre el suelo y el techo que podría caer en cualquier momento.

En cuanto a la minoría con “suerte”, pues disponen de camas de apenas 60cm, muy pegadas unas a otras. El precio de esa supuesta comodidad es desde 700 dirhams, dependiendo siempre de la oferta y la demanda en ese mercado subterráneo.

El alto precio acompañado del casi nulo poder adquisitivo de la mayoría de los presos obliga a los reclusos a comprar camas por parejas para intentar pegar ojo, a la espera de ese juicio prometido o la resolución del expediente. Es una larga espera en medio de la tortura y la miseria. Esa lacra y todo lo que conlleva de falta de consideración hacia la dignidad humana, tiene graves consecuencias higiénico-sanitarias, como la cuantiosa presencia de microbios y parásitos; insectos y enfermedades; las condiciones óptimas para la transmisión de todos los males del abarrotamiento ruidoso y terrible. El espacio libre y abierto que impone la ley no tiene nada que ver con lo que ocurre en la cárcel. Las celdas son estrechas y llegan a albergar 70 reclusos en vez de 25, su capacidad admitida. El total de los presos (1600) sobrepasa la capacidad del centro (400). En ese ambiente de abarrotamiento y oportunismo todos están invitados (obligados) a usar la fuerza para cualquiera de sus fines, y más cuando la celda es el lugar de dormir, cocinar y comer.

VI MALNUTRICION:

Los alimentos se almacenan en lugares que carecen del más mínimo requisito higiénico-sanitario. Los funcionarios de la administración de la cárcel, encargados de su procedimiento, se limitan a vigilar y a dar órdenes a los presos encargados de cocinar, a los cuales no se les realiza ningún chequeo médico previamente. Todo ello en un ambiente de indisciplina y suciedad. Esto hace que los reclusos a veces rechacen su ración de comida o volver a cocinarla.

Entre los presos hay quien subsiste gracias a lo que su familia consigue a duras penas y le pasa durante una de esas visitas relámpago.

Hasta las ratas rechazan la comida del recinto, teniendo en cuenta que la justicia, en lo referente al trato con los presos, confirma que se le debe garantizar a cada recluso y en las horas debidas, comidas variadas, presentables, con contenido vitamínico y proteico para preservar su salud y equilibrio corporal. Al parecer en la cárcel de Boulemharez esto se traduce de manera totalmente contraria, lo cual llama la atención, y más aún cuando se mezcla con ese abarrotamiento asfixiante anteriormente explicado.

En la cárcel se sirven tres comidas diarias. Por la mañana el té, café, etc,. Se reparte en el área de descanso o frente a las celdas, aprovechando que los reclusos salen por las mañanas a descansar, o mejor dicho, a recuperar las horas de dormir que no han podido disfrutar debido al abarrotamiento. Para comer, casi todos los días de la semana se sirve un plato de lentejas, alubias o garbanzos. Se elige un día de la semana en el que se da un plato de hortalizas (patatas, zanahorias), llamado comúnmente entre los presos “siete trozos”, en referencia a la pequeña ración que reciben. Los viernes se ofrece el “cuscús de las cárceles marroquíes”, que contiene dos ingredientes y sin carne obviamente. La cena es una especie se sopa de arroz, conocida como “labesira”. Las tres comidas diarias van acompañadas de un trozo de pan seco y frío. Las frutas desaparecen en el mismo instante en que llegan al recinto.

Las familias, mayoritariamente pobres, se hacen cargo de la manutención del pariente encarcelado, ya que la alimentación que ofrece la prisión carece del mínimo valor vitamínico y proteico. Los alimentos que las familias consiguen con mucho esfuerzo están sujetos al robo y al desvío. Bienvenidos entonces al mundo de la corrupción, el clientelismo y el enchufe. Los llamados “chifan” –supuestos guardas de seguridad o personal de la limpieza-, quienes organizan un mercado de compra-venta y de consumo, de manera que dichos paquetes se conviertan en la fuente de ingresos de muchos presos. Todo esto es prueba evidente de la malversación de fondos y ayudas destinadas al centro. Estando en manos de individuos como estos que se enriquecen gracias a lo poco que llega al recinto y desvían, roban o condicionan la llegada al destino de las ayudas familiares. Son las familias pobres y sin recursos las que tienen que garantizar la alimentación para sus hijos encarcelados. Esto provoca el surgimiento de problemas sociales como el robo, la prostitución y la violencia. Son arrastradas involuntariamente a una situación lamentable, donde se trafica con sus derechos robados y aplastados.

Estos robos, juegos con los sentimientos de las personas y vacilaciones de los derechos del hombre se llevan a cabo descaradamente y a la luz del día, lo que se ha puesto en conocimiento de las autoridades pertinentes. Desafortunadamente la respuesta consiste siempre en hacer caso omiso a cualquier reclamación.

En cuanto a las discusiones dentro de las celdas relativas a la situación miserable y los derechos humanos por ende, la solución llega mediante torturas y represión y el aislamiento a celdas individuales “cachot”. Así, mediante la tapadera, se garantiza la continuidad de la situación, y al recluso no le queda más remedio que acudir a las drogas como solución a sus problemas, volando hacia ninguna parte.

VII PROPAGACION DE DROGAS:

En la cárcel se introduce todo tipo de drogas: cocaína, hachich, pastillas, pegamento, marihuana, y muchas más. Toda esa operación es gracias a la colaboración de las instituciones penitenciarias, con el consentimiento de las más altas instancias. La Asociación Marroquí de los Derechos Humanos califica a las instituciones penitenciarias como la institución estatal donde más se consume y trafica con drogas a nivel nacional.

La introducción de cantidades exageradas de sustancias prohibidas en las cárceles se lleva a cabo por una mafia perfectamente organizada, que funciona como una pirámide. El popularmente conocido como “elquiru” es el principal financiero, seguido por el “aprendiz”. La mayoría de las veces se trata de 3 cabecillas: uno se encarga del sector de los delitos, otro del de los novatos y forzados, y el tercero se encarga de los sectores de lo jurídico y primera instancia. Detrás de estos, por rango, los “aprendices” se encargan de la operación de reparto. Ya que son los líderes de las celdas colectivas, aprovechan su influencia y su amplia autoridad. Además se encargan de “integrar” a los nuevos reclusos en su nuevo mundo de las drogas y estupefacientes, especialmente los que carecen de experiencia.

La “chira”, una especie de hachich, es una de las drogas más consumidas y demandadas dentro de la cárcel de Boulemharez. Se consumen aproximadamente más de 30kg al mes, a un promedio de uno por día. Sus precios oscilan entre los 1500 y los 2000 por cada cien gramos en los días normales, llegando a costar los 3000 en los tiempos de crisis. Sus precios en la ciudad rondan los 800 hasta 1000 dirhams. Para consumirla se necesita de papel (enibru), por lo que un fajo de 75 piezas cuesta 50 dirhams, cuando en los establecimientos normales no pasa de los 4 dirhams. En ocasiones su precio en la cárcel se dispara hasta los 75 dirhams, a dirham la pieza.

La segunda droga en cuanto a consumo es el “selsium”. Un tipo de pegamento fabricado para ruedas de coches y motocicletas. Se vende en grandes cantidades en el sector de los minores (niños de edades entre 12 y 18). Su precio ronda los 40 dirhams. En la ciudad su máximo precio es de 4 dirhams. Las bebidas alcohólicas son un lujo al que solo tienen acceso unos pocos. Los catalogados presos de 5 estrellas (cabecillas de mafias, traficantes de drogas, ricos, los cerebros de complots y ajustes de cuentas, etc.). La mayoría tienen celdas particulares, con servicios específicos y comodidades, atendidos por los funcionarios mismos del centro. Su precio se quintuplica con respecto al de los establecimientos de su venta.

En ocasiones los precios pueden llegar a multiplicarse hasta diez veces en el interior de la cárcel de Boulemharez con respecto a la “ciudad roja”, sin ir más lejos. He aquí uno de los principales motivos por el cual la administración de las instituciones penitenciarias y los funcionarios forman parte de la conspiración, haciendo la vista gorda y permitiendo el libre paso a las mafias especializadas en el tráfico de las drogas y todo lo prohibido por la ley. Evidentemente, mientras las instituciones sigan en esta situación no se logrará jamás que los reclusos convivan en un ambiente de aprendizaje, el cambio, la integración, la rectificación. Todo lo contrario, se convertirían en un bicho que estorba en el mundo de la libertad y la dignidad humana, consecuencia de la represión, el odio y el abuso.

VIII. ABUSOS SEXUALES:

Las drogas tienen graves consecuencias. Son el principal causante de muchos delitos que se cometen dentro del círculo de la cárcel. Entre estos su uso para fines sexuales, que en la mayoría de los casos se trata de abusos. Específicamente en el campo del engaño y la seducción de presos. Generalmente las víctimas son novatos, jóvenes, de piel blanca, físicamente saludables y de buena apariencia. Los verdugos, en este caso, son los cabecillas de mafias, traficantes de drogas, algunos adinerados. Nadie está para protegerles o velar por sus derechos estipulados en los tratados y resoluciones internacionales.

La tragedia de dichas víctimas comienza nada más pasar los barrotes de la temible Cárcel de Boulemharez. Funcionarios con el uniforme que caracteriza a la cárcel, aprovechando su trabajo de controlar la entrada de presos y contarlos como si de ganado se tratara, llevan a cabo otra misión ocultando su verdadera intención: la de elegir las caras jóvenes que se convertirían luego en la compañía de algún rey de celda, o algún preso 5 estrellas. Estos solicitan que el elegido sea joven, bien parecido, saludable y que, sobre todo, sea inocente y no conozca nada del tejemaneje del oscuro mundo de la prisión. Cuando se elige la víctima, la bolsa entra en acción entre los “reyes” de la cárcel como si fuera una mercancía nueva en el mercado. El árbitro de esa subasta evidentemente sería un funcionario uniformado, sin escrúpulos, quien sabe de antemano que tiene delante una oportunidad desperdiciable. Se tiene en cuenta la alta demanda y la poca oferta. Todo este lamentable show se cuece con discreción absoluta. El ganador de la subasta recibe a la víctima en su infierno. La víctima, inconsciente de todo lo que se planifica a su alrededor no se da cuenta de que se encuentra en medio de la boca del lobo. Al principio recibe un buen trato (comida, bebida, ropa, tabaco, etc.), luego las drogas desempeñan un papel fundamental en relación con la inducción, el engaño, la seducción. Esta situación no dura más que algunos días. La bestia no tarda en cambiar su comportamiento, sacando sus colmillos y mostrando sus verdaderas intenciones.

Ello da paso al acosamiento sexual, obligando a la víctima a elegir entre dos opciones: aceptar las pretensiones de su hospedador o ser expulsado de ese “paraíso de cristal” para volver al mundo del resto de los reclusos. Volver a la miseria absoluta, a compartir y disputar la falta de higiene, el abarrotamiento insoportable, los malos olores y la suciedad, los alimentos que ahuyentan hasta a las ratas. Peor sería si la víctima es privada de las visitas familiares que son el único sustento de los presos. Finalmente muchos casos caen en la trampa que previamente habían preparado los funcionarios de la cárcel y sus colaboradores.

Existen otros casos que tienen que ver con la misma desgracia. Los funcionarios uniformados, en este caso, son los cabecillas de la operación, los guías, los planificadores, los ideólogos y los árbitros de cualquier negocio que inescrupulosamente aporte dinero.

En la cárcel de Boulemharez existe una celda del tamaño mediano “selulat” en la sección de lo Penal, donde residen 20 homosexuales que, para los supuestos vigilantes que se dedican a la explotación sexual, representan la gallina de los huevos de oro. Desempeñan el papel de intermediario entre los que han podido convencer o seducir del grupo de los homosexuales y los presos de gran poder adquisitivo, los mafiosos y los grandes traficantes. Diariamente, al oscurecer, algún recluso homosexual es sacado de su celda hacia un destino que el funcionario que le acompaña había pactado con alguien de los reyes de la cárcel.

Estas son breves descripciones de los graves y lamentables abusos sexuales, cuyas consecuencias terribles se marcan física y moralmente para toda la vida, al igual que las demás violaciones de los derechos humanos que atentan contra los principios humanos y religiosos de la sociedad.

IX PROPAGACION DE ENFERMEDADES Y LA EXTENSION DE VIRUS E INSECTOS:

Los reclusos conviven como pueden en un ambiente repleto de enfermedades contagiosas, microbios peligrosos, insectos y malos olores, cuyas causas son la falta de limpieza y la ausencia de todas las condiciones higiénicas. A la cabeza de las enfermedades están los de la piel. La sarna, muy extendida, se produce por la falta de la habilitación de duchas y baños en el centro, la humedad, además del abarrotamiento que hace que la celda se convierta en una auténtica cochiquera. Las celdas ni se limpian ni se les cambian sus mantas podridas. A los nuevos reclusos no se les realiza ninguna revisión médica. Todo esto sumado a la paupérrima alimentación. Los alimentos se almacenan en unas condiciones higiénico-sanitarias inadmisibles (suciedad, presencia de cucarachas, ratas, microbios, etc.…).

En cuanto a los insectos y los microbios, pues han encontrado un paraíso en la cárcel de Boulemharez: piojos, chinches, ratas, etc.…., que han hecho de los cuerpos de los presos un sostén para sobrevivir. Todos estos sufrimientos son consecuencia de la falta de condiciones higiénicas adecuadas. El personal de la cárcel ni es cualificado ni posee el sentido del trabajo. La enfermería de la cárcel no dispone de suficientes camas para los enfermos (17 en total), una por cada 90 o más reclusos. No existen estrategias eficaces para tratar a las enfermedades que tienen que ver con la piel, como la sarna, la picazón, etc.…., lo cual provoca que los enfermos queden abandonados en un estado lamentable. Algunos no pueden ni quitarse la ropa de encima, parecen criaturas extrañas sacadas de las películas de terror.

Las violaciones de las normas sanitarias son incontables. Se han descubierto varios intentos de propagación de virus y enfermedades contagiosas, tales como la tuberculosis y el virus de inmunodeficiencia humana, SIDA, a través del uso de una sola jeringuilla en varios reclusos. Nos encontramos, pues, muy lejos de lo que se denomina ética de la medicina como profesión, y mucho más lejos de los principios del Islam como religión. Todo esto sumado a la corrupción y desvío de las medicinas, y el trato degradante del personal sanitario.

Esa cadena de delitos y sufrimientos no excluye a nadie. Hasta casos que necesitan urgente y continuamente de cuidados y seguimiento sanitarios debido a su estado físico-mental. Son personas con algún impedimento físico o alguna disminución psíquica. En la cárcel de Boulemharez se les abandona como corderos en una pequeña habitación en la sección de lo Penal, lejos de la clínica. Su habitación se encuentra en condiciones similares a todas las celdas (suciedad, enfermedades, microbios, insectos). A parte de maltratarles (golpeándoles en la planta de los pies), por citar una forma de torturarles, se les ¿“tranquiliza”? con pastillas de dormir cada vez que “estorben”. El encargado de drogarles es un recluso sin escrúpulos, colaborador con los funcionarios. Les hace dormir proporcionándoles grandes cantidades que les provocan el sueño –así no molestan- desde el atardecer hasta el medio día siguiente.

Esto ocurre en las cárceles del Maruecos de la nueva era, el Marruecos de la reconciliación y la equidad, el Marruecos del estado de derecho y la ley. La ley que solo aparece en papeles e informes, totalmente ausente de la realidad sobre el terreno.

XI LA CORRUPCION:

La corrupción es una enfermedad social típica de todas las instituciones estatales marroquíes, incluyendo las instituciones penitenciarias, o mejor dicho “lecherías”. Por cualquier necesidad o interés en dichas instituciones se debe entregar algo a cambio. El recluso es como si fuera una vaca lechera que desde que pisa la cárcel se le empieza a ordeñar (explotar). Es un mundo donde priman los intereses económicos por encima de todo lo demás. Para disfrutar del sueño, para alimentarse, para recibir atención médica, aunque le corresponden al preso por derecho y ley, son lamentablemente cosas que se compran. Al igual que para recibir luz verde y cometer delitos –tráfico de drogas, por ejemplo- y violaciones de normas y derechos humanos. Todo tiene su precio. Lo cual es archiconocidísimo por toda la sociedad marroquí, incluyendo sus autoridades gubernamentales.

Para conseguir una cama para dormir o cualquier otra cosa o lugar para ese mismo fin, el recluso debe entregar una cantidad de entre 350 y 2000 dirhams. Dinero que se reparten los funcionarios del centro y sus colaboradores de los presos, encargados de recaudar fondos y organizar subastas. Al recluso le toca otra sesión de “producción de leche”. Se trata de la manera de conseguir sus alimentos, como los que nunca recibe en su dieta (frutas, carne, leche, etc.) debido a que se desvían del comedor y los almacenes.

Si algún preso se enfermare, pues debe, antes que nada, probar el resultado del método “un poco de grasa (se entiende aquí corrupción) y echará a andar”, para poder evitar las largas y costosas colas delante de la clínica o la farmacia. Todo vale (grasa), desde un paquete de tabaco, unos billetes, incluso drogas, para que “ande”, dependiendo del tipo de enfermedad y servicio.

Por otro lado, algunos funcionarios hacen de intermediarios para la introducción de algunos productos prohibidos, como hornillas eléctricas, móviles, DVD, VCD, vasos de cristal, cuchillos. El móvil, sin cámara como condición previa, cuesta desde 200 dirhams pasarlo al recinto. La hornilla eléctrica, 100 dirhams, el DVD y VCD, 150 dirhams. Su coste sube si va acompañado de alguna que otra película de nudismo o por el estilo. La mayor recaudación de fondos, paquetes, dinero, es obviamente la resultante de las drogas, a cargo de quienes hacen la vista gorda y a cambio reciben cantidades jugosas. El cabecilla es indudablemente el Director del centro que controla y maneja todo a través de su tropa de intermediarios. El administrador y los jefes de celdas tienen que garantizarle 2000 y 600 dirhams respectivamente a la semana.

Para colmo, los paquetes y regalos que deben traer algunos presos a los funcionarios (productos típicos de la zona), son intencionados para evitar tratos degradantes hacia su persona. Por ejemplo, los originarios de Alcal-a obsequian aceite conocido en la zona por su calidad y cantidad. El supuesto “buen trato” consiste en facilidades respecto a visitas, rebajas de precios, etc.. .“La extracción de leche” continúa y con ella los sufrimientos y la desconsideración hacia la dignidad humana, los principios del humanismo y los derechos humanos. Mientras por otro lado los portavoces oficiales siguen aferrándose al engaño masivo y la tergiversación. Se atreven aún a hablar de democracia y modernidad.

XII RESUMEN:

La situación de las cárceles marroquíes, las instituciones penitenciarias de la nueva era, la del “¿Estado de Derecho?”, la de las campañas nacionales sobre el desarrollo humano, es una situación lamentable y preocupante. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es algo ficticio en estos centros. Un documento que tiene más de medio siglo de vida y adoptado por todos los países del planeta. Parece ser que se ha establecido para ser violado en un país como Marruecos, donde al preso no se le trata como un ser humano, víctima constantemente y a la luz del día de violaciones, agresiones, tratos degradantes y todo tipo de injusticias. Las dosis de tortura y sufrimiento se duplican para los reclusos pobres oprimidos y sin recursos: abarrotamiento asfixiante, pobre y mala alimentación, explotación y abusos sexuales, tortura y vejaciones, aislamiento, enfermedades. Males que marcan eternamente los cuerpos y mentes de los reclusos.

El trapicheo y consumo de drogas como solución a todos los tipos de problemas que aquejan a los reclusos y los bolsillos de los funcionarios, el clientelismo, la corrupción, el enchufe son la llave mágica para la satisfacción de necesidades del verdugo.

Dichos factores acarrean consecuencias graves sobre la dignidad/personalidad del preso física y mentalmente. Marcan huellas imborrables para el resto de su vida. Al salir se le abandona totalmente en la “cárcel mayor”. No es capaz ni de integrarse ni de participar ni de producir, debido a la falta de estrategias a nivel nacional encaminadas a posibilitar la reinserción en la sociedad. Se le acusa, a todo quien ha experimentado alguna vez la cárcel, de delincuente hasta el fin de sus días. La sociedad misma le provoca choques e impactos que son imposibles de sobrellevar sin la ayuda psicológica, médica y social. Ese remedio no existe en una sociedad como la marroquí, oprimida y marginada, de manera que el recluso se convierte en un extraño, rechazado permanentemente. La respuesta –como manera de sobrevivir- la encuentra en el oscuro mundo de la delincuencia cuya situación sigue igual y no ha cambiado ni mejorado como afirman los portavoces del gobierno y de las autoridades.

La población de las cárceles marroquíes es una víctima de las tergiversaciones y el silencio fruto de la conspiración. Es víctima de la más baja desconsideración y de todas las violaciones de los principios de derechos humanos. Se encuentra absolutamente bloqueado. Lo cual provoca el surgimiento de variadas y feroces reivindicaciones. Las huelgas de hambres son constantes. Las manifestaciones cobran fuerza y peligro. Hay quienes se han cosido las bocas; los hay se han rajado los estómagos. Otros incluso han tragado clavos y trozos de cristal, y quienes se han bebido medicamentos letales. Y qué decir del que se ha mutilado el miembro viril, caso ocurrido recientemente en la terrible Cárcel de Boulemharez. No son más que intentos de reivindicar sus derechos, denunciar las violaciones, la represión, la tortura a los que están sometidos, y para desenmascarar la situación inadmisible que se vive en las instituciones penitenciarias de Marruecos. Además de escapar de una temible situación que solo los hunde en delitos y problemas sociales, el odio a su país en vez de amarlo.

¿Cómo entonces pueden hablar de desarrollo humano o cualquier otro logro social en medio de ese infierno?.¿De qué democracia pueden presumir?. Es evidente que la versión oficial sobre la mejora de las instituciones penitenciarias es simple y llanamente un engaño basado en la falacia.


Fuente: www.afapredesa.org


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